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Cuenta Cicerón en un prólogo muy agradable, que hallándose juntos Trebacio y él en la biblioteca del Tusculano, tropezaron con el Ubro, del Stagirita, y el jurisconsulto suplicó al orador que le explicase aquel método. Hízolo, Marco Tulio mucho después, durante una navegación, y de memoria, la cual en este caso hubo de serle bastante, infiel, porque ni en el orden de las materias, ni en las divisiones, ni en la nomenclatura se ajusta bien este tratado al que con nombre de Aristóteles tenemos hoy entre los de su Lógica. A algunos les ha movido esto (desde el siglo XVI) a dudar de la autenticidad de esta parte de la obra griega; cuestión hasta hoy indecisa.

Cicerón extractó sólo una parte pequeñísima, y, esta en cuanto podía ser útil al orador y al jurisconsulto, puesto que intérprete famoso del derecho era el amigo a quien se dirigía. Casi todos los ejemplos que cita están tomados de las leyes romanas.

Mucho admiraba Marco Tulio a Aristóteles, y no sólo en concepto de filósofo, sino de grande escritor. La precisión, limpieza y severidad de aquel estilo filosófico le cautivaban. Reconoce que los filósofos en su tiempo le leían poco (aún no habían llegado los siglos de su absoluto dominio y tiranía en las inteligencias); pero añade: «Y cierto que es imperdonable descuido, porque no, sólo debían atraerles las cosas que dice e inventa, sino también la abundancia y suavidad increíbles del estilo.» Digan los que tachan de malo y ácido, escritor a Aristóteles, si estiman en algo el testimonio y juicio de un tan grande estilista como Cicerón.

Divide éste la dialéctica en invención y juicio. En uno y otro descolló, a su parecer, Aristóteles. Los estoicos se fijaron sólo en la ciencia del juicio (critica que llamaríamos hoy).

Tienen importancia los Tópicos ciceronianos como muestra única o casi única del peripatetismo en Roma. Por lo demás la sequedad y rapidez de la exposición. (donde se suprimen muchas ideas intermedias) hacen dura y escabrosa su lectura, aun teniendo a la vista el tratado de Aristóteles.

 
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de Marco Tulio Cicerón

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