Y no hay necesidad de armar tanto lío acerca de ello, como
siguen haciendo los freudianos. Todo su esfuerzo parece estar moviéndose en la
dimensión del mundo de los sueños. Toma nota de tus sueños, adopta un punto de
vista clarísimo respecto a ellos, comprende su mensaje, y realmente no hay
necesidad de acudir a nadie para que los analice. Si tú no puedes analizar tus
sueños, nadie más puede, porque tu sueño es tu sueño. Y tu sueño es tan personal
que nadie más puede soñar de la forma que tú sueñas. Nadie ha soñado nunca tal
como tú sueñas, nadie soñará jamás tal como tú sueñas. Nadie puede explicártelo.
Su interpretación será su interpretación. Sólo tú puedes examinarlo. Y en
realidad no hay necesidad de analizar los sueños: mira el sueño en su totalidad,
con claridad, con atención, y verás el mensaje. ¡Es tan llamativo! No hay
necesidad de acudir al sicoanalista durante tres, cuatro, cinco, siete años.
Una persona que sueña cada noche y por el día va al
sicoanalista para ser analizada, con el tiempo se ve rodeada de material
onírico. De la misma forma que el primero se volvía demasiado obsesionado con el
muladhara, lo físico, el segundo se vuelve demasiado obsesionado con lo
sexual. Porque el segundo -el reino de la realidad sicosomática- es sexo. El
segundo comienza a interpretarlo todo en términos de sexo. Cualquier cosa que
hagas, ve a ver al freudiano y él lo reducirá a sexo. Para él no existe nada más
elevado. Vive en el lodo, no cree en el loto. Si le traes una flor de loto, la
mirará y la reducirá a lodo. Dirá, "Esto no es nada, es sólo sucio lodo. ¿Es que
no ha salido del sucio lodo? Si ha salido del sucio lodo entonces tiene que ser
sucio lodo". Reduce todas las cosas a su causa, y eso es lo real.
De esta forma, todos los poemas son reducidos a sexo. Todo lo
bello es reducido a sexo y perversión y represión. ¿Miguel Angel es un gran
artista? -entonces su arte tiene que ser reducido a algo sexual. Y los
freudianos llegan a extremos absurdos. Dicen: Miguel Angel o Goethe o Bayron,
todas sus grandes obras de arte que llevan tanta alegría a millones de personas,
no son otra cosa que sexo reprimido -quizás Goethe intentó masturbarse y se lo
impidieron. A millones de personas les han prohibido masturbarse, pero no se han
transformado en Goethes.