Tú recuerdas habitualmente porque te lo han enseñado ya desde
la infancia. Se ha convertido en una especie de hábito, como fumar: si fumas
habitualmente no disfrutas mucho; si no te acuerdas de Dios cada mañana, cada
tarde, no consigues nada, porque la rememoración no es del corazón, es sólo
verbal, mental, mecánica. Pero si no recuerdas empiezas a sentir que falta algo.
Se ha convertido en un ritual.
Cuidado con hacer de Dios un ritual, y cuidado con volverse
profesional de ello.
He oído una historia muy famosa:
La historia trata de un gran yogui, muy famoso, al que un rey
había prometido que, si era capaz de entrar en un profundo samadhi y permanecer
bajo tierra durante un año, le daría el mejor caballo del reino como premio. El
rey sabía que el yogui estaba muy encariñado con los caballos, que era un gran
amante de los caballos.
EL yogui estuvo de acuerdo; le enterraron vivo por un año. Pero
en el curso del año el reino fue derrocado y nadie se acordó de desenterrar al
yogui.
Unos diez años después alguien recordó: "¿Qué fue del yogui?"
El rey envió a unos pocos a investigar. El yogui fue desenterrado; estaba aún en
trance profundo. Un mantra previamente acordado le fue susurrado al oído y se
despertó, y la primera cosa que dijo fue, "¿Dónde está mi caballo?".
Después de diez años de permanecer en silencio bajo tierra...
pero la mente no había cambiado en absoluto -"¿Dónde está mi caballo?" ¿Estaba
este hombre realmente en trance, en samadhi? ¿Estaba pensando en Dios? Debía
haber estado pensando en el caballo. Pero era profesionalmente eficiente, un
experto. Debía haber aprendido la técnica de cómo detener la respiración y cómo
entrar en una especie de muerte -pero era un técnico.