La compasión mantiene a un Buda como bodhisattva, justo en la
línea fronteriza. Sí, durante unos pocos días, unos pocos años, uno puede
mantenerse, pero no durante mucho tiempo -porque poco a poco las cosas comienzan
a desaparecer por sí mismas. Cuando no estás apegado al cuerpo, te dislocas de
él. Puedes venir a veces, con esfuerzo. Puedes usar el cuerpo, con esfuerzo,
pero ya no estás asentado allí. Cuando ya no estás en la mente puedes usarla
algunas veces, pero ya no funciona tan bien como solía hacerlo antes. Ya no
estás fluyendo en ella. Cuando no estás usándola, está yacente ahí: es un
mecanismo, empieza a oxidarse.
Cuando un hombre ha alcanzado el séptimo peldaño, puede usar
los otros seis durante unos pocos días, durante unos pocos años. Puede volver y
usarlos, pero poco a poco empiezan a romperse. Poco a poco, empiezan a morir. Un
bodhisattva puede estar aquí sólo por una vida, como mucho. Luego tiene que
desaparecer, porque el mecanismo desaparece.
Pero todos los que han llegado a la realización han intentado
hasta donde han podido, usar el cuerpo-mente para ayudar a los que están en el
cuerpo y en la mente, para ayudar a los que sólo pueden comprender el lenguaje
del cuerpo y de la mente, para ayudar a los discípulos.
Avalokita, El Sagrado Señor y Bodhisattva,
se internaba en el profundo curso de la Sabiduría
que ha ido más allá.
Miró hacia abajo desde la altura,
sólo vio cinco elementos,
y vio que en su propio ser
staban vacíos.