Antes de comentar los sutras, una pequeña armazón, una pequeña
estructura facilitará la comprensión.
Las antiguas escrituras budistas hablan de siete templos. De la
misma forma que los sufis hablan de siete valles, y los hindúes hablan de siete
chakras, los budistas hablan de siete templos.
El primer templo es el físico, el segundo templo es
sicosomático, el tercer templo es sicológico, el cuarto templo es
sico-espiritual, el quinto templo es espiritual, el sexto templo es
espiritual-trascendental, y el séptimo, el supremo -el templo de los templos- es
el trascendental.
Los sutras pertenecen al séptimo. Son declaraciones de alguien
que ha entrado en el séptimo templo, el trascendental, el absoluto. Ese es el
significado de la palabra sánscrita, pragyaparamita -la sabiduría del más
allá, desde el más allá, en el más allá; la sabiduría que llega sólo cuando has
trascendido todos los tipos de identificaciones -más bajas o más altas, más o
menos mundanas; cuando has trascendido todos los tipos de identificaciones,
cuando no estás identificado en absoluto, cuando sólo queda una llama pura de
consciencia sin humo a su alrededor. Es por eso por lo que los budistas veneran
este librito, este libro tan pequeño. Y lo han llamado El Sutra del
Corazón -el mismísimo corazón de la religión, la mismísima médula.
El primero -el físico- puede corresponder en el mapa hindú al
chakra muladhar; el segundo -el sicosomático- al chakra
svadisthan; el tercero -el sicológico- al manipura; el cuarto -el
sicoespiritual- al anahatta; el quinto -el espiritual- al
vissudha; el sexto -el espiritual-trascendental- al agya; y el
séptimo -el trascendental- al sahasrar. "Sahasrar" significa loto de los
mil pétalos. Ese es el símbolo del florecimiento supremo: nada ha quedado
oculto, todo se ha hecho patente, manifiesto. El loto de los mil pétalos se ha
abierto, todo el ciclo está lleno de su fragancia, su belleza, su bendición.