Este estado de cosas es ridículo. Es tan absurdo que 
parece casi incomprensible cómo seguimos viviendo en él. Hemos quedado atrapados 
en el primer peldaño.
Recuerda que estás en el cuerpo, pero no eres el cuerpo; 
permite que esto sea una consciencia continua en ti. Vives en el cuerpo, y el 
cuerpo es una bella morada. Recuerda, ni por un momento estoy insinuando que te 
hagas anti-cuerpo, que comiences a negar el cuerpo como los mal llamados 
espiritualistas han hecho a lo largo de los siglos. Los materialistas siguen 
pensando que el cuerpo es todo lo que hay, y hay gente que se va al extremo 
opuesto y empieza a decir que el cuerpo es ilusorio, ¡que el cuerpo no existe! 
Destruye el cuerpo para que la ilusión se destruya, y puedas llegar a ser 
realmente real.
Este otro extremo es una reacción. El materialista crea en el 
espiritualista su propia reacción, pero forman pareja en el mismo asunto; no son 
personas muy diferentes. El cuerpo es bello, el cuerpo es real, el cuerpo tiene 
que ser vivido, el cuerpo tiene que ser amado. El cuerpo es un gran regalo de 
Dios. No estés ni por un solo momento en contra del cuerpo y ni por un solo 
momento pienses que eres sólo él. Eres mucho más grande. Usa el cuerpo como una 
rampa de lanzamiento.
El segundo es: sicosomático, svadisthan.
El sicoanálisis freudiano funciona ahí. Se eleva un poco más 
que Skinner y Pavlov. Freud penetra un poco más en los misterios de lo 
sicológico. No es tan sólo un conductista, pero nunca va más allá de los sueños. 
Continúa analizando los sueños.
El sueño existe como una ilusión en ti. Es indicativo, es 
simbólico, tiene un mensaje del inconsciente para ser revelado al consciente. 
Pero no tiene sentido quedarse atrapado en él. Usa el sueño, pero no te 
conviertas en el sueño. Tú no eres el sueño.