Avalokita es un nombre de Buda. Significa literalmente, alguien 
que mira desde arriba -Avalokita- alguien que mira desde arriba, alguien que 
está en el séptimo centro, sahasrar, el trascendental, y mira desde allí. 
Naturalmente, cualquier cosa que ves está contaminada por tu punto de vista, 
está contaminada por el espacio en el que estás.
Si un hombre que vive en el primer peldaño -el cuerpo físico- 
mira cualquier cosa, la mira desde ese punto de vista. Un hombre que vive en el 
físico sólo mira tu cuerpo cuando te mira. No puede mirar más que eso, no puede 
ver más que eso. Tu visión de las cosas depende desde dónde estás mirando.
Un hombre que está perturbado sexualmente, inmerso en fantasías 
sexuales, sólo mira desde ese punto de vista. Un hombre que está hambriento mira 
desde ese punto de vista. Obsérvalo en tu propio ser. Miras a las cosas, y cada 
vez que miras, las cosas parecen diferentes porque tú eres diferente. Por la 
mañana el mundo parece un poco más bello que por la tarde. Por la mañana estás 
fresco, por la mañana has llegado de las profundidades del gran sueño, del 
dormir profundo, del dormir sin sueños. Has saboreado algo de lo trascendental, 
aunque inconscientemente. Así que por la mañana todo parece bello. La gente es 
más compasiva, más amorosa; la gente es más pura por la mañana, la gente es más 
inocente por la mañana. Para cuando llegue el atardecer esta misma gente se 
volverá más corrompida, más calculadora, más astuta, manipuladora, fea, 
violenta, engañadora. Es la misma gente, pero por la mañana estaban más cerca de 
lo trascendental. Al atardecer han vivido demasiado en lo mundano, en lo 
terrenal, en lo físico, y se han quedado fijos ahí.
El hombre de perfección es el que puede moverse a través de los 
siete chakras con facilidad -ése es el hombre libre- el que no está fijo en 
ningún punto, el que es como un cuadrante: puedes ajustarlo a cualquier campo 
visual. A ése se le llama mukta, alguien que es realmente libre. Puede 
moverse en todas las dimensiones sin ser tocado por ellas. Su pureza no se 
pierde nunca, su pureza sigue siendo de lo trascendental.