Recuerda, tienes que parar sólo cuando no llegue ninguna 
respuesta, no antes. Si llega alguna respuesta, "Eres esto, eres esto", entonces 
ten bien presente que algún centro te está dando la respuesta. Cuando los seis 
centros han sido atravesados y anuladas todas sus respuestas... sigues 
preguntando "¿Quién soy yo?" y ninguna respuesta llega de ningún sitio, es 
silencio total. Tu pregunta resuena en ti: "¿Quién soy yo?" y hay silencio, 
ninguna respuesta surge de ningún sitio, de ningún rincón. Estás absolutamente 
presente, absolutamente silencioso, y no hay ni siquiera una vibración. "¿Quién 
soy yo?" -y sólo silencio; entonces sucede un milagro: ni siquiera puedes 
formular la pregunta. Las respuestas se han vuelto absurdas. Primero desaparecen 
las respuestas, luego la pregunta desaparece también -porque sólo pueden vivir 
juntas. Son como las dos caras de una moneda -Si una se ha ido, la otra no puede 
ser retenida. Primero desaparecen las respuestas, luego desaparece la pregunta. 
Y con la desaparición de pregunta y respuesta, llegas a darte cuenta: eso es 
trascendental. Sabes, y sin embargo no puedes decir; sabes, sin embargo no 
puedes articular palabra acerca de ello. Sabes desde tu ser quien eres, pero no 
puedes verbalizarlo. Es conocimiento de vida; no es de escritura, no es 
prestado, no es de otros. Ha brotado en ti.
Y con este brote, eres un Buda. Y entonces empiezas a reírte 
porque llegas a saber que has sido un Buda desde el mismo comienzo. Sólo que 
nunca habías mirado tan profundo. Estabas dando vueltas y vueltas alrededor de 
tu ser, nunca habías entrado en tu casa.
El filósofo Arthur Schopenhauer caminaba por una calle 
solitaria. Inmerso en sus pensamientos, tropezó accidentalmente con otro peatón. 
Enojado por el golpe y la aparente indiferencia del filósofo, el peatón gritó, 
"¡Pero bueno! ¿Quién se ha creído que es? " .
Perdido aún en sus pensamientos, el filósofo dijo, "¿Quién soy 
yo? Cómo me gustaría saberlo".
Nadie lo sabe.