¡Permaneciendo diez años en semejante silencio profundo, la
mente no ha cambiado ni tan siquiera un poco! Es exactamente lo mismo que si
esos diez años no hubieran pasado. Si recuerdas a Dios técnicamente, si
recuerdas a Dios profesionalmente, habitualmente, si recuerdas a Dios
mecánicamente, entonces nada va a suceder.
Todo es posible, pero todas las posibilidades pasan por el
corazón. De ahí el nombre de esta escritura: El Sutra del Corazón.
A no ser que hagas algo con gran amor, con gran compromiso, con
gran entrega, con sinceridad, con autenticidad, con tu ser total, nada va a
suceder.
Para algunos la religión es como un miembro artificial: no
tiene calor ni vida. Y aunque les ayuda a ir dando traspiés nunca se hace parte
de ellos; tienen que ajustárselo cada día.
Recuerda, esto le ha sucedido a millones de personas en la
tierra, esto puede sucederte a ti también. No crees un miembro artificial. Deja
que crezcan en ti miembros reales. Sólo entonces tendrá tu vida calor, sólo
entonces tendrá tu vida alegría -no una sonrisa falsa en los labios, no una
especie de pseudo-felicidad que simulas, no una máscara, sino algo real.
Generalmente vas vistiendo cosas: algunos visten una bella sonrisa, otros visten
un rostro muy compasivo, algunos otros visten una personalidad muy amorosa -pero
es como ropa que te pones. En lo profundo sigues igual.
Estos sutras pueden convertirse en una revolución.
Lo primero, el comienzo, es siempre la pregunta "¿Quién soy
yo?" Y hay que seguir preguntando. Cuando preguntas por primera vez "¿Quién soy
yo?", el muladhar responderá, "¡Eres el cuerpo! ¡Qué tontería! No hay
necesidad de preguntar, ya lo sabes". Entonces el segundo dirá, "Eres
sexualidad". Luego el tercero dirá, "Eres un sueño de poder, un ego" -etcétera,
etcétera.