-ˇEl que oponga la menor resistencia, es
hombre muerto! -gritó Yáńez.
El sargento, que debía de ser hombre de
valor, trató de librarse de las manos del portugués y de sacar el sable, y gritó
a su tropa:
-ˇCoged las carabinas!
Horward, el americano, que se había
colocado detrás de él, le sujetó por la mitad del cuerpo, y le hizo rodar hasta
el fondo de la barcaza, mediante una zancadilla aplicada en el momento
oportuno.