El gato y la gallina eran algo así como dueños de aquella casa. Siempre decían: "Nosotros y el mundo" pues creían que ellos representaban la mitad del mundo; y por cierto que la mejor mitad.
El patito pensaba que podían existir dos opiniones al respecto, pero el gato ni siquiera quería escucharlo.
-¿Sabes poner huevos? -preguntó una vez "Nene".
-No.
-En ese caso ten la bondad de callarte la boca. -Luego de una pausa insistió-. ¿Sabes arquear el lomo, ronronear o sacar chispas eléctricas?
-No.
-Pues entonces guárdate tus opiniones cuando la gente sensata está hablando.
El patito se sentó en un rincón, de muy mal humor, empezó a pensar en el aire libre y el sol, y lo invadió una irreprimible nostalgia de flotar en el agua. Por último cedió a la tentación de hablar del tema a la gallina.
-¿Qué bicho te ha picado? -inquirió "Tachuela"-. Es el ocio, al no tener nada que hacer, lo que te mete en la cabeza esos disparates. Pon media docena de huevos, o aprende a ronronear, y verás cómo se te pasa el antojo.