-¡Pero es tan delicioso flotar en el agua! ¡Tan lindo sentirla correr por la cabeza cuando uno se zambulle hasta el fondo!
-¡Vaya diversiones! -rezongó la gallina-. Me parece que te has vuelto loco. Pregunta, si no, al gato qué opina; es el animal más inteligente que conozco. Pregúntale si le gusta flotar en el agua o zambullirse. Por mi parte no te digo nada. Pregúntale también a nuestra patrona, la vieja. No hay nadie en el mundo más lista que ella. ¿Y crees que tiene algún deseo de meterse en el agua?
-Ustedes no me comprenden -dijo el patito.
-Bueno, si no te comprendemos nosotros, ¿quién va a comprenderte? No creo que te consideres más inteligente que el gato o la vieja, por no decir que yo. No te comportes como un tonto, hijo, y agradece a tu buena suerte el bien que te hemos hecho. ¿Acaso no has vivido en este cuarto caliente, y en compañía de seres de los cuales podías haber aprendido algo? Pero eres un idiota, y nada se gana asociándose contigo. Créeme; hablo muy en serio. Te estoy diciendo verdades de a puño, y ese es el mejor medio de saber quienes son los buenos amigos. Limítate a poner huevos, o aprende a ronronear, o a sacar chispas.
-Lo que me parece es que me voy a marchar otra vez por el mundo -respondió el patito.
-Pues hazlo; será lo mejor -fue la terminante respuesta de la gallina.
Y el patito se fue.