La chalupa, que avanzaba silenciosa y
velozmente, dirigida por Yáñez, que iba al timón, se encaminaba hacia una bahía
muy amplia que se divisaba en la costa occidental de la isla grande de Borneo,
por la parte que la bañan las aguas del golfo de Sarawak.
A pesar de que la noche era oscurísima, la
chalupa avanzaba sin ninguna vacilación, deslizándose por entre las escolleras
coralíferas que asomaban entre dos aguas, a babor y a estribor, y contra las
cuales se deshacía la resaca con prolongados mugidos.
Iba con rumbo a un pequeño punto luminoso
que se vislumbraba en el fondo de la rada, y que tan pronto se elevaba como
descendía, como si fuera zarandeado por continuas sacudidas.