Existen personas con un aspecto tan honesto que nos producen de inmediato confianza y si uno se anima a contarles un secreto de amor, no les alcanza el tiempo para desparramarlo y utilizarlo en chismorreos y jaranas. Es entonces que el que no cupo mantener su silencio empieza a vivir los consecuentes contratiempos, ya que cuanto mayor es su amor, el amante más se angustia al pensar que otro sabe lo que más escondido tendría que haber mantenido. y no es extraño que el triste fin sea que el amor en cuestión acabe en medio de sufrimientos y bochorno.
Eso fue lo que pasó en
Borgoña con la dama de Vergy y un hidalgo que se había enamorado
de olla. El hombre solicitó sus favores de modo tan fervoroso que acabó por aceptarlo, con la salvedad de que si por su culpa se descubrían sus amoríos, la perdería inmediata y definitivamente. Los enamorados combinaron encontrarse en un jardín al que el hidalgo concurriría diariamente a horas marcadas por su querida. Una vez allí, se escondería en un rincón hasta que apareciera en el jardín un perrito. Ese sería el aviso de que la mujer estaba sola en su cuarto y que podía subir con ella. Así se vieron mucho tiempo y sus amoríos se mantenían en tal silencio que nadie pensaba que existiesen.
El hidalgo era bien parecido y atildado, y
debido a su coraje, gozaba del favor del duque de Borgoña. Por ese motivo iba con frecuencia a la corte. donde lo conoció la duquesa, que se enamoró de él, comenzando a insinuársele de una manera que, a no haber él estado embobado con otra, hubiera notado cabalmente que ésta también lo adoraba. Pero todos los artilugios que usaba la duquesa para abrir el corazón a su galán no eran notados por el hidalgo. La duquesa llegó a acongojarse tanto que un día decidió hablar directamente y dijo al hidalgo:
-Señor, sois bien parecido y valeroso, todos lo reconocen, gracias a Dios; os mereceríais una amiga de gran alcurnia; eso os daría honor y beneficios; una amiga así os vendría muy bien.
-Señora -contestó el hidalgo-, aún no he pensado yo en esas cosas.
-A mi parecer -dijo ella-, considero que una espera prolongada podría perjudicaros. Soy de la opinión de que entréis en relaciones con una dama de alto linaje, siempre que veáis que sois correspondido con fidelidad.