¡Aguante Las Nenas!
—Chicos —nos dijo en la canchita don Pancho, nuestro técnico—, armé un desafío con Matadero La Pampa.
¿Matadero La Pampa? Todos nos miramos perplejos. Matadero La Pampa venía ganando invicto los tres últimos torneos de baby-fútbol organizados por la Municipalidad. Y, sobre todo, ¡era el equipo del Negro Roque! Nadie en el pueblo lo dudaba: a ese equipazo lo componían pichones de atletas.
En cambio, nosotros… para qué hablar: torpes, gordos, perezosos, nos goleaban siempre. En el pueblo nos decían “El Equipo de los Bien Alimentados”, y nuestra única virtud era hacer de la amistad un culto. Encima, Rafa, el carnicero, nos había comprado las camisetas a cambio de que el equipo llevara el nombre que, en honor de sus hijas, él le había puesto a su negocio: “Carnicería Las Nenas”. Llamarnos “Las Nenas”, Dios mío. ¡Qué manera de sufrir gastadas!