Este gran y actual problema requiere más explicación. En
principio, el plan económico de las actuales autoridades debe permanecer
coherente con el implementado por el gobierno precedente, ajustado y encuadrado
en los problemas explicitados en los párrafos anteriores. El objetivo a
perseguir se basó y debe continuar en la optimización de los factores de la
producción y la consolidación de la máxima productividad laboral, fundada en
nuevas y modernas tecno-productividad laboral, fundada en nuevas tecnologías de
procesos, cualquiera fuere el tipo de actividad que se cumpliere, con ingeniosas
y sofisticadas máquinas e instrumentos que requieren, obviamente, ciertos y
distintos niveles de capacitación y desarrollo intelectual.
Nuestro universo poblacional que se ofrece para el trabajo, por
contrario, adolece de desigualdad educacional integral y provoca, muy a menudo,
impaciencias, cuando no pérdidas al empleador. Éste, necesariamente, debe
procurar mantener e incrementar ciertos niveles de productividad industrial,
para que la producción de bienes y/o servicios resulte rentable. Una mano de
obra no calificada y/o falente es normalmente segregada e implica una
justificada otra nueva selección, eligiéndose, en renovadas circunstancias, a
los más capacitados. Sobrevienen el relego, la postergación o la eliminación de
los de menos maestrías. Obvio y principalmente, es un problema educacional y
cultural que, lamentablemente, se concatena y observa en los estratos de menor
poder adquisitivo de nuestros polifacéticos habitantes.