Atento a todo lo precedente y a la incierta problemática
reciente y gravemente desmejorada estabilidad política, no caben dudas que los
responsables de la conducción del país deben detenerse, imperativamente, a
pensar y programar una reorganización de todos los organismos relacionados con
los problemas económicos, financieros y sociales, actualmente disociados y en
franco desacuerdo, que inevitablemente perturban la tranquilidad y el bienestar
de todos los habitantes del país.
Los conceptos y metodologías de este texto, oportunamente
analizados por variados lectores, todos interlocutores válidos, resultará de
múltiple aplicabilidad, para tales fines. Contribuirá al necesario acuerdo entre
pocos dirigentes y muchos dirigidos, ya que exige y dinamiza los esfuerzos
económicos financieros de quienes tienen lograda la estabilidad laboral y,
obviamente, capacidades adquisitivas de distintos grados dentro de cotas
dimensionadas y previsibles, para solventar y ayudar a quienes aún no han
alcanzado ciertos mínimos y admisibles niveles económicos que,
significativamente, limitan la convivencia social, imponen esfuerzos extremos y
retacean alegrías y humanas aspiraciones de felicidad.