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     La fuerza ilustrada de una relación próxima es siempre la fuente de la sabiduría y de la fuerza del hombre en relaciones más lejanas.

     El sentido paternal forma al regente; el sentido fraternal, a los ciudadanos; ambos crean el orden en la casa y en el Estado.

     Las relaciones domésticas de la humanidad son las primeras y más excelsas relaciones de la Naturaleza.

     El hombre trabaja en su profesión y soporta las cargas de la constitución ciudadana, para poder disfrutar con sosiego la dicha pura de su felicidad doméstica.

     Por esto, la educación profesional y especial del hombre tiene que estar subordinada al fin último de los goces de una felicidad doméstica pura.

     Por esto eres, hogar paterno, el fundamento de toda educación natural de la humanidad.

     Casa Paterna, eres la escuela de las costumbres y del Estado.

     Primero eres niño, hombre; después, aprendiz de tu profesión.

     La virtud filial es la ventura de tus años de aprendizaje, y la primera educación de tus disposiciones para el goce de todas las dichas de tu vida.

     Quien se aparta de este orden de la Naturaleza y da preferencia de un modo antinatural a la educación especial, profesional, a la educación para el mando y para la servidumbre, conduce a la humanidad, de los goces más naturales, a un mar lleno de escollos.

     Se ha de formar en el hombre el sosiego interior. La educación cuyo objeto es la sabiduría humana, consiste en la sobriedad respecto a su situación y a sus placeres, y en la tolerancia, en el respeto y en la creencia, en el amor al padre en los conflictos.

     Sin el sosiego interior, el hombre camina por senderos abruptos. La sed y el afán por las cosas lejanas, inasequibles, le arrebatan todo el goce de la dicha actual y toda la fuerza de su espíritu sabio, paciente y dócil. Cuando el sosiego interior no anima al sentimiento, éste debilita al hombre su fuerza en lo más íntimo, y le atormenta con penas sombrías en días en que brilla el claro saber.

     El hombre, no satisfecho, se encoleriza en el círculo de su paz doméstico cuando, por ejemplo, no se notaron su baile, el día de fiesta, su violín en el concierto y su tesis en el auditorium.

     El sosiego y el goce sereno son los fines inmediatos de la educación humana. Hombre, tu saber, y tu ambición tienen que estar subordinadas a estos altos fines; si no, la curiosidad y la ambición se convierten en tormentos y desgracias que te consumirán.

 
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de J. E. Pestalozzi

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