Si el orden en el modo de enseñar de la Naturaleza fuera coercitivo e inflexible, crearía la unilateralidad, y su verdad no caería dulce y libremente en la plenitud del ser de la humanidad. El afán opuesto, agotador, por la mera sombra de la verdad; el afán por el sonido, acento y palabras de verdad, donde no se excita ningún interés y su empleo es posible; la dirección de toda la fuerza del hombre adulto por la opinión del maestro de escuela terco y parcial, y las múltiples afectaciones del tráfico de palabras y del procedimiento de enseñanza a la moda, que se ponen como fundamento de la educación humana, todo ello constituye un alejamiento penoso del camino de la Naturaleza.
Su marcha violenta no forma en el hombre la verdad como una servidora dulce de la humanidad, como una buena madre afectuosa, cuya alegría y sabiduría es el contento y la necesidad de sus hijos.
El hombre pierde el equilibrio de sus energías, la fuerza de la sabiduría, cuando su espíritu se dirige unilateral y violentamente a un objeto. De aquí que el método de enseñanza de la Naturaleza no sea violento.
Sin embargo, hay firmeza en su educación y exactitud económica en su orden.
Tampoco es el camino de la Naturaleza el caos disperso de la erudición.
El hombre que mariposea con vuelo aturdido alrededor del saber y no fortifica sus conocimientos con un ejercicio reposado y firme, pierde asimismo el camino de la Naturaleza, la visión firme, clara y atenta, la alegría verdadera, apacible, serena, susceptible del sentimiento de la verdad.
Vacilante es la marcha de los hombres; encuentran, en efecto, mucha palabrería en el caos de su erudición, y, sin embargo, sacrifican por ella el sentido reposado de la pura sabiduría humana. Con el estrépito de su orgullo encontrarás a su alrededor, en las relaciones en que brilla clara la luz bendita del saber, desiertos y tinieblas.
Educación de los hombres en la verdad, eres la formación de su ser y de su naturaleza para la sabiduría apaciguadora.
¿Dónde estás, fuerza de la Naturaleza, edución pura de la humanidad?
También apartan de tu camino los desiertos indolentes de la ignorancia sombría. La falta del conocimiento de tu naturaleza, hombre, limita tu saber de un modo más restringido que las necesidades de tu ser. Cómo obscurece el universo la sombra densa que proyectan la alteración de los primeros conceptos fundamentales de tus relaciones; el poder asfixiante, aniquilador de la tiranía; la retención de todos los goces de la verdad y de la dicha, y la carencia, contraria a la Naturaleza, de una ilustración nacional de las primeras necesidades y de las relaciones esenciales de la humanidad.
Por esta causa, la fuerza ilustrada de la humanidad -fuente de sus hechos enérgicos y de sus goces serenos- no es ningún impulso quimérico ni ningún error engañoso.