Por otra porte, aunque mi permiso fuese para dos meses, estaba
dispuesto a abreviarlo si era preciso. Sin embargo, yo esperaba todavía
que las cosas no irían tan de prisa, ni pararían en lo peor.
Ahora, para concluir con lo que me concierne y con lo que
atañe a mi bravo regimiento, ved aquí lo que tengo que contaros en
pocas palabras.
Desde luego se verá en qué, circunstancias
comencé a aprender a leer y después a escribir, lo cual
debía ponerme en condiciones hasta para llegar a ser oficial, general,
mariscal de Francia, conde, duque, príncipe, lo mismo que un Ney, un
Davout o un Marat, durante las guerras del Imperio. En realidad no llegué
a pasar del grado de capitán, lo cual no deja de ser muy hermoso para el
hijo de un aldeano, aldeano también.
En cuanto al Real de Picardía, me bastarán
algunas líneas solamente para acabar su historia.
Como he dicho antes, había tenido en 1793 a del. Le
Comte por coronel; y en aquel año fue cuando, a consecuencia del decreto
de 21 de Febrero, de regimiento que era quedó convertido en media
brigada. Hizo entonces las campañas del ejército del Norte y del
ejército de Lumbre-y-Mosa, hasta 1797. Se distinguió en los
combates de Lincelles y de Courtray, donde yo fui hecho teniente.
Más adelante, después de haber permanecido en
París desde 1797 a 1800, formé parte del ejército de
Italia, y se cubrió de gloria en Marengo, envolviendo a seis batallones
de granaderos austríacos, que rindieron las armas, después de la
derrota de un regimiento húngaro. En esta batalla fuí herido de un
balazo en una cadera, de lo cual no me quejé, pues aquello me
valió ser nombrado capitán. Por último . el regimiento Real
de Picardia fue licenciado en 1803, y yo entré en los dragones, en los
cuales hice todas las guerras del Imperio, tomando mi retiro en 1815.