Por consiguiente, me he puesto el trabajo. Manos a la obra, a
pesar de que cuento hoy setenta años.
Pero mi memoria es buena, y cuando dirijo la vista hacia el
pasado, veo en él con bastante claridad.
Este relato está, pues, dedicado a mis amigos de
Grattepanche, a los Ternisien, a los Bettembos, a los Irondart, a los Poinfefer,
a los Quenneben, a muchos otros, y espero que no han de disputar más por
mi causa.
Digo, pues, que había obtenido mi licencia el 7 de Junio
de 1792. Sin duda circulaban entonces algunos rumores de guerra con Alemania,
pero muy vagos todavía.
Se decía que Europa por más que aquello no le
importase mucho, no veía con buenos ojos lo que pasaba en Francia. El Rey
continuaba aún en las Tullerías; había rey de nombre.; pero
el 10 de Agosto se sentía ya, y soplaba corno un viento de
república sobre el país.
Así que, por prudencia, me pareció muy
conveniente no decir por qué. para qué pedía la
licencia.
En efecto: yo tenia que hacer en Alemania y aun en Prusia; por
consiguiente, en caso de guerra, me hubiera encontrado muy impedido para volver
a mi puesto, ¿Qué queréis? No se puede a un tiempo, repicar
y andar en la procesión.