Detrás de las tropas, y encaramadas en los
árboles, o subidas en los montones de piedras, o en los sitios desde
donde podía verse algo, hallábanse de dos a tres mil personas, sin
contar las que aguardaban desparramadas por el tránsito, que es largo,
desde la cárcel de Saint-Pierre al puente Colbert; lo que
añadía un suplicio más a los que sufría el
condenado.
Los curiosos que no encontraron sitio cerca del
patíbulo, agrupáronse en el camino que se dirige al cementerio de
Gonards, que se halla a un kilómetro del puente Colbert, y en el que
debía enterrarse su cuerpo, mientras que su cabeza de hombre honrado,
cuyos ojos hablan derramado tantas lágrimas, iría a parar al
hospital de la calle Richaud.