Johann Sebastian dijo a la espalda de su hermano.
–Me parece que tú amas a nuestros padres,
¿es así?
–Si.
–¿Y tú crees que ellos te aman a ti?
–Si.
–¿Cómo es eso? Estás seguro de que
el amor existe aunque no puedes verlo, ¿es así? –larga
pausa–. Bueno... piénsalo, por favor, piénsalo.
Y Johann Sebastian salió corriendo para alcanzar a sus
padres antes de que llegaran a la puerta de la Georgkirche (iglesia de San
Jorge).
Eisenach. Junio 1694
Sin hacer ruido, se acercó a la mesa donde su padre
copiaba música a la luz de una vela.
–Padre...
–Uh...-fue la respuesta.
Otra vez.
–Padre... se me ha roto el pantalón.