-Sepa usted ante todo -empezó, -que
debemos a Coddy lo que va usted a saber. Nos hablaron confusamente del asunto en Hanoi, pero no dimos gran fe a lo que nos dijeron. Sin embargo, Coddy se puso a hacer investigaciones por diversas partes, consultó unos manuscritos enmohecidos, y poco tiempo después vimos que la historia no era tan vacía, de sentido como nos pareció a primera vista. He aquí de lo que se trata. ¿Conoce usted Sengkor-Wat?
-¿Sengkor-Wat ... qué?
-Sengkor-Wat...las antiguas ruinas situadas en el interior de la Birmania, cerca de la frontera de la China... Un sitio que no puede usted ni soñar. Palacios derruidos, templos y edificios de todas especies enterrados en un desierto, en medio de las malezas.
-He visto Amber -dijo Hayle en un tono que no parecía admitir réplica, -no necesito ya conocer nuevas ruinas, pues no sabría qué hacer con ellas.
-Pero existen otras cosas que no le serán a usted tan indiferentes. Supongo que no desdeñaría usted encontrar unos rubíes como huevos de paloma, o unos zafiros como nunca se han visto.
-Ciertamente que no -respondió Hayle. ¿Pero qué tiene que ver Sengkor-Wat con todo eso que usted me cuenta?
-¿Qué tiene que ver? -dijo con entusiasmo Kitwater; -que allí es donde están enterradas esas piedras preciosas, y lo que es mejor, que allí es donde nos apoderaremos de ellas.
-¿ Se burlan ustedes o hablan seriamente?