-No ha cambiado... siempre es el mismo
respondió su compañero. -Se pasa la vida descifrando viejos pergaminos. ¡Qué buena adquisición para el Museo Británico! -Nadie está más al corriente que él de las cosas del Asia antigua.
-¿Y ese negocio para el cual me han escrito ustedes ?
-Hablaremos de él en tiempo oportuno... Mañana por la mañana, probablemente. Mientras váyase usted a la cama y regocíjese pensando en que, si todo sale a medida de nuestro deseo, habremos dado el mejor golpe que se puede imaginar.
-¿No puede usted darme alguna ligera noticia? -preguntó Hayle ya muy interesado.
-Sí, podría; pero no quiero
arriesgarme -replicó plácidamente su compañero. -La cosa, sería larga de contar y además haría usted una multitud de preguntas a Coddy, y eso destruiría el equilibrio del buen hombre... No, no; váyase usted a la cama, y mañana, reanudaremos la conversación. ¿ Habrá mosquitero en mi cama? Parece que todos los mosquitos de la tierra se han dado cita en Singapore.
Con poca gana de perder el tiempo en inútiles discusiones sobre las molestias que ocasionan esos desagradables insectos, Hayle dio las buenas noches a su compañero.
Después hizo una nueva visita a la taberna, se fumó otro cigarro y se metió en su cuarto.
Durante este tiempo Kitwater, que
así se llamaba el hombre que acababa de separarse de Hayle, se puso a hacer sus preparativos para la noche y a echar maldiciones a los mosquitos. Kitwater era, hombre de buen aspecto y cara inteligente y fina. Tenía grandes ojos, y la conformación de su cráneo hubiera hecho las delicias de un frenólogo, a pesar de unas enormes orejas salientes que le daban el aspecto de un murciélago. Su cabello, corto y recio, denotaba la fuerza hercúlea de que estaba dotado.
-Mucho me equivocaré -pensó, -si Hayle no sigue siendo el mismo hombre. Tiene la misma confianza en mi que yo en él. Si se mueve, si trata de burlarse, yo le quitaré la gana de volver a empezar.
Animado por estos amables propósitos respecto de su amigo, Kitwater se durmió apaciblemente.
Y pronto la ardiente. noche de los trópicos envolvió a los tres compadres.