El se puso de pie, vació su pipa, se pasó una
mano por el pelo y dijo:
-Me he estado prestando últimamente si la novela del
futuro será o no psicológica. ¿Puede uno estar seguro de
que la psicología en tanto psicología tiene algo que con la
literatura?
-¿Quieres decir que te parece que es probable que esas
misteriosas criaturas inexistentes... jóvenes escritores de hoy...
simplemente estén tratando de atribuirse funciones de psicoanalistas?
-Sí, creo que, sí. Y creo que es porque esta
generación es lo suficientemente inteligente como para saber que
está enferma y para darse cuenta que su única posibilidad de
mejoría es investigar los síntomas hacer un exhaustivo estudio
estudio de ellos... siguiéndoles el rastro... tratando de llegar a la
raíz del problema.
-¡Dios mío! -gimió ella-.,
¡Qué perspectiva tan desalentadora!
-De ninguna manera -dijo él-. Mira... -La
conversación siguió. Y ahora parecía que verdaderamente lo
habían logrado. Ella se volvió en su silla para mirarlo mientras
hablaba. Su sonrisa decía: "Ganamos". Y él
sonreía de vuelta, confiado: "Rotundamente".
Pero la sonrisa los perdió. Duró demasiado; se
convirtió en una mueca. Se vieron a sí mismos como dos
pequeños títeres de grotescas sonrisas dando saltos en la nada.