Cada aldehuela judía y cada pequeño templo
poseía ciertas narraciones propias, que habían sido copiadas, en
cueros de animales o en trozos de papiro egipcio, por viejos hombres piadosos
que se interesaban en tales cosas. A veces se hacían pequeñas
colecciones de diferentes leyes y de profecías para uso de los que
visitaban el templo.
Durante el siglo VIII a. de J. C., cuando los judíos se
habían establecido en Palestina, aquellas compilaciones aumentaron de
más en más. En un período u otro, entre los siglos III y I
de nuestra era, fueron traducidas al griego y llevadas a Europa. Desde entonces
han sido vertidas a todos los idiomas del mundo.
En cuanto al Nuevo Testamento, su historia es absolutamente
simple. Durante los primeros dos o tres siglos después de la muerte de
Cristo, los partidarios del humilde carpintero de Nazareth estuvieron siempre en
peligro de dificultades con las autoridades romanas. Se juzgaba que las
doctrinas de amor y caridad eran muy peligrosas para la seguridad del Estado,
que había sido fundado por la fuerza bruta de la espada. Por
consiguiente, los primeros cristianos no podían dirigirse a una
librería y decir: "Por favor, déme La vida de Cristo y una
narración de los hechos de sus apóstoles". Obtenían su
información de los pequeños folletos secretos que circulaban de
mano en mano. Miles de estos folletos eran copiados y vueltos a copiar, hasta
que la gente perdió todo rastro de la verdad de su contenido.
Entretanto, la Iglesia había logrado triunfar. Los
perseguidos cristianos se convirtieron en los dominadores del viejo Estado
Romano. Ante todo, llevaron cierto orden al caos literario ocasionado por tres
siglos de persecución. El jefe de la Iglesia reunió a un grupo de
hombres ilustrados, quienes leyeron todos los relatos que eran populares,
dejando de lado muchos de ellos. Decidieron conservar algunos pocos evangelios,
y cartas que habían sido escritas por los Apóstoles a los miembros
de congregaciones distantes. Las demás historias fueron suprimidas.
Luego siguieron varios siglos de discusiones y querellas. Celebráronse
muchos sínodos famosos en Roma, y en Cartago - nueva ciudad,
construída sobre las ruinas del famoso y antiguo puerto de mar - y en
Trullo, y, setecientos años después de la muerte de Cristo, el
Nuevo Testamento - tal como lo conocemos- fue adoptado en forma definitiva por
las iglesias de Oriente y Occidente. Desde entonces, se han efectuado
innúmeras traducciones del original griego; mas, en el texto, no han
tenido lugar cambios de mayor importancia.