Ya no
se escuchan gritos, ni llantos, ni siquiera gemidos. Ella se encuentra en un
rincón de la habitación en una postura extraña; Él esta desmayado ¡Debo
despertarlo! ¡Mi dolor aun no ha cesado! Su cuerpo desnudo esta empapado en
sangre. Me doy cuenta de que jamás en mi vida estuve más consciente de mis
actos, logro sentir mi calma ¡Lo estoy disfrutando!
Mi
mente excitada, pide un recuerdo para la eternidad, algo para que me recuerden
cada minuto de sus vidas, un castigo para siempre. Tomo su brazo, flácido, sin
voluntad y lo destrozo a golpes, puedo sentir su carne apartándose de mi
perversidad, siento sus huesos quebrarse, la sangre tiñe la habitación de rojo
intenso; Pero no basta, reparo en sus piernas y me ensaño con su rodilla
izquierda ¡Va a cojear toda la vida!
Un
sonido, un gemido, ella intenta levantarse, su rostro se encuentra cubierto por
una mascara de horror; murmura perdón, suplica piedad. No entiendo su pedido,
¿qué son aquellas extrañas palabras?, Han perdido todo significado para
mí.
Mi
mano se dirige a su cuello, queda con sus pies colgando, es tan diminuta. Yo la
ame mucho, mas que a mi vida, le di cada gota de vida, y, sin embargo... ¡Parece
estar cambiando de color, que extraño! Cómo por un tubo me llegan sonidos, pero
no puedo identificarlos ¿Hijos, son ustedes? ¡Papa esta aquí!, La veo colgando
como un títere, absorto en la imagen, siento llegar el dolor de cabeza, una luz,
una nueva visión.
Veo a
mis hijos creciendo, jugando, amando, viviendo, felices a mí alrededor, me puedo
ver tranquilo, dichoso, satisfecho por la labor realizada. ¡Otra vez su rostro!
No lo soporto más ¿Esta azul? Mis hijos me llaman, debo atenderlos ¿y ella?
Junto todas mis fuerzas y las descargo en un solo golpe a su rostro y la dejo
caer. Salgo de la habitación, mis hijos están allí, les explico lo que ha
pasado, me comprenden a medias ¡El tiempo los hará comprender! Los preparo y me
alejo de allí; Nuestro regreso a casa es tranquilo, la familia vuelve al
hogar.