-¡Oh, prodigio de belleza -dijo la mala mujer- ahora
sí que acabé contigo!
Por suerte la noche llegó pronto
trayendo a los enanos
con ella. Cuando vieron a Blancanieves en el suelo, como muerta, sospecharon
enseguida de la madrastra. Examinaron a la niña y encontraron el peine
envenenado. Apenas lo retiraron, Blancanieves volvió en sí y les
contó lo que había sucedido. Entonces le advirtieron una vez
más que debería cuidarse y no abrir la puerta a nadie.
En cuanto llegó a su casa la reina se colocó
frente al espejo y dijo:
¡Espejito, espejito de mi habitación!
¿Quién es la más hermosa de esta
región?
Y el espejito, respondió nuevamente:
La Reina es la más hermosa de este lugar.
Pero pasando los bosques,
en la casa de los enanos,
la linda Blancanieves lo es mucho más.