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Pero la globalidad como proceso contemporáneo es producto de un proceso de
larga temporalidad histórico del capitalismo. En su fase actual tiene un
significado diferente para el capitalismo liberal que en el pasado: una
recomposición y redefinición de "actores" y "sujetos sociales" que participan
politicamente, y por ende diversas consecuencias de gran alcance en la forma de
vida, de pensar, producir y asumir en la sociedad contemporánea. La
globalización es una visión de mundo diferente, que marca diferencias
contrastantes con la visión y el modus operandi anterior del capitalismo;
diferencias cualitativas en la economía, en la forma de organización política,
en las relaciones sociales, en la forma de concebir a los sujetos sociales, y en
la forma en que se genera una "visión de mundo", una representación, una
pertenencia y una identidad.
En el libro procuramos examinar este horizonte analítico, sin olvidar el
carácter genérico y el de proceso, como formas constitutivas de lo social, que
son vehículos para la compresión de la estructura del sistema capitalismo e
historicidad de los sujetos sociales. Por ello la actual globalización la hemos
definido y argumetado como una fase inherente del desarrollo histórico del
capitalismo, fase en su construcción inminentemente de carácter social. Hay,
pues una propuesta donde el capitalismo es una construcción social
contradictoria, en conflicto permanente, que no le es indiferente en su génesis,
donde el capitalismo adquiere una estructura política, la del Estado; así el
surgimiento del Estado es producto socialmente del capitalismo, donde éste
encuentra la estructura de producirse y reproducirse, sin este no es aquél e
inversamente. En realidad las condiciones en que aparece hoy la globalización
del capital fueron racionalizadas instrumentalmente en la modernidad por los
grandes centros de poder económico y político, instrumentación racional nada
tersa, sino perversamente aplicadas, como tampoco las respuestas que
socialmente, a través de diversos movimientos sociales, las multitudes han
tenido. Ni lo planeado y ni lo respondido han constituido, pues, la respuesta
que la globalización idílicamente esperaba. Pero la economía racionalmente
globalizada no tenía como fin resolver las grandes carencias generales de la
sociedad humana -tal como proclamaron sus partidarios más entusiastas, entre
ellos Margaret Thatcher y Ronald Regan- sino más bien la de obtener el máximo de
ganancias en el menor tiempo posible. El resultado de esa mecánica -esencial en
el capitalismo mediante nuevos procedimientos y tecnologías, entre ellos la
revolución cibernética, de la informática y de las comunicaciones- está en boga,
mediante estrategias de geopolítica, es decir, mediante una
reconcentración y recentralización de los anillos del poder
céntricos y cocéntricos, o mejor dicho, de una reterritorialización y una
reconcentración del poder, asimismo como de una delegación de poder.
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Del Liberalismo al Neoliberalismo: la transformación de las Subjetividades en los sujetos
de Pablo Casillas Herrera
ediciones Insumisos Latinoamericanos
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