Introducción
Las aventuras y desventuras
de la razón moderna
1. La génesis de la razón
moderna
Caminábamos, mi amigo Marín y yo, por los andadores del centro histórico de
la ciudad de Querétaro, durante el período en que cursábamos el Doctorado en
Ciencias Sociales con especialidad en Relaciones de Poder y Cultura Política,
cuando le pregunté que cuándo consideraba que iniciaba la modernidad, discutimos
y observábamos que el origen, la génesis, de los "tiempos modernos", tienen
distintos momentos, según el punto de vista que se adopte. Para algunos, la
modernidad se situaba filosóficamente, hacia 1630, con René Descartes, al
publicar el Discurso del método y las Meditaciones Metafísicas, donde
ponía entre dicho la concepción del conocimiento divino y anteponía su máxima,
"pienso luego soy", con el método de la duda metódica.[1] Pero en 1798, en el
siglo XVIII, para otros en un hecho trascendental, se da un suceso histórico
políticamente, la Revolución Francesa, que constituye la disolución de un
sistema político monárquico y la emergencia de uno diferente, el de la
democracia, donde ponía al sujeto social en el centro de todas las cosas,
desplazando a Dios a sus dominios celestiales. O bien, para otros más, la
Revolución Industrial constituyó un hecho sin precedentes en la historia social
del capitalismo moderno, donde se daba la transformación histórica del entramado
social, político y de las relaciones económicas, nunca antes visto de esa manera
durante la Edad Media, constituía a la vez una transformación de las relaciones
nacionales e internacionales -el derecho internacional en los siglos XVI y VXII-
cambiando las instituciones establecidas y visiones del mundo fosilizadas
durante centurias que se oponían a la expansión comercial en curso. Para algunos
más sitúan la modernidad con el "descubrimiento de América", hacia 1492, que
significaba un alargamiento imperial de la Monarquía Española en crisis en la
esfera de la hegemonía mundial, o por el contrario precisamente la crisis de la
monarquía imperial española, pero también significaba el descubrimiento de otras
formas políticas, cosmológicas, de agricultura, económicas, pero sobre todo una
forma de pensamiento diferente que ponía entre dicho al Sí mismo frente al Otro.
En 1791, con la firma del Acta de Independencia de los Estados Unidos, se
visualizaba como otro momento de la modernidad.
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[1] Descartes busca los
principios racionales que han de normar todo conocimiento, los principios
racionales de los que han de derivarse las nociones sobre el mundo y sobre Dios.
La "duda metódica" es el instrumento que ha de emplearse en la búsqueda de esos
principios. Advierte Descartes cómo innumerables hechos que se tienen por
verdaderos, pronto se presentan como falsos. Que no hay otro medio, dice, para
librarse de los diversos prejuicios y llegar a un conocimiento firme y seguro,
que dudar de todo cuanto se ofrezca con la menor sospecha de incertidumbre
(Descartes 1981: XIII).