De esta proposición se desprende inmediatamente otra, a título
de corolario. Como cada moral profesional es obra de un grupo profesional, ella
será lo que sea ese grupo. De manera general, como todas las cosas son iguales,
cuanto más fuertemente constituido está un grupo, más numerosas son las reglas
morales que le son propias y mayor autoridad tienen sobre las conciencias.
Porque, cuanto más coherente es el grupo, más están los individuos en contacto
frecuente e íntimo, más intercambio hay de ideas y sentimientos, a mayor número
de cosas se extiende la opinión común, precisamente porque hay mayor cantidad de
cosas en común. Imaginemos por el contrario una población diseminada sobre una
vasta superficie, donde las diferentes fracciones no pueden comunicarse
fácilmente: veremos entonces que cada uno vive por su parte, y la opinión
pública sólo se formará en los casos raros que necesiten el laborioso
reagrupamiento de las secciones dispersas. A1 mismo tiempo, cuando el grupo es
fuerte, su autoridad se comunica a la disciplina moral que él instituye y que,
en consecuencia, es respetada en la misma medida. Por el contrario una sociedad
inconsistente, a cuyo control es fácil escapar, y que no siempre sentimos
presente, sólo puede comunicar a los preceptos que dicta un ascendiente bastante
débil. En consecuencia podemos decir que la moral profesional será tanto más
desarrollada y de un funcionamiento tanto más avanzado a medida que los grupos
profesionales tengan más consistencia y mejor organización.
Esta condición es suficientemente llenada por cierto número de
profesiones. Sobre todo en el caso de aquellas que están más o menos vinculadas
al Estado, es decir, que tienen un carácter público: ejército, enseñanza,
magistratura, administración, etc. Cada uno de esos grupos de funciones forma un
cuerpo definido, de unidad y reglamentación especial, que órganos especiales
están encargados de hacer respetar. Estos órganos son tanto funcionarios
determinados encargados del control de lo que hacen sus subordinados (inspector,
director, superior jerárquico de todo tipo) o verdaderos tribunales, designados
por elección o de otro modo, encargados de reprimirlas violaciones graves del
deber profesional (consejos superiores de la magistratura, de la instrucción
pública, consejos disciplinarios de todo tipo. Además de estas profesiones,
existe una que no es pública en el mismo grado que las precedentes y que, sin
embargo, presenta una organización similar hasta cierto punto: la de los
abogados. El orden, en efecto, para emplear la expresión consagrada, es una
corporación organizada, que tiene sus asambleas regulares y a la cual está
ligado un consejo elegido, encargado de hacer respetar las leyes tradicionales,
comunes al grupo. En todos los casos la coherencia del grupo se manifiesta y
está asegurada por su organización misma. Así, en todas partes se encuentra una
disciplina reglamentando todo el detalle de la actividad funcional y que sabe,
si es necesario, hacerse respetar.