https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Lecciones de sociología" de Emile Durkheim (página 10) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Martes 30 de abril de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  5  6  7  8  9  (10)  11  12 
 

¿Es normal este estado de cosas? Grandes doctrinas lo han sostenido. En primer lugar el economismo, según el cual el juego de los entendimientos económicos se regiría por sí mismo y alcanzaría automáticamente el equilibrio sin que sea necesario, ni siquiera posible, someterlo a ningún poder moderador. Es también, en un sentido, lo que está en el fondo de la mayoría de las doctrinas socialistas. El socialismo, en efecto, admite como el economismo que la vida económica es apta para organizarse por sí misma y funcionar regular y armónicamente sin que le impongan ninguna autoridad moral; a condición, de todos modos, que se transforme el derecho de propiedad, que las cosas cesan de estar monopolizadas por los individuos y las familias para ser entregadas en manos de la sociedad. Hecho esto el Estado sólo tendría que llevar una estadística exacta de las riquezas periódicamente producidas y repartirlas entre los asociados según una fórmula dada. Pero, una y otra teoría, no hacen más que erigir en estado de derecho un estado de hecho que es morboso. Es verdad que en la actualidad la vida económica tiene este carácter; pero es imposible que lo conserve, incluso a costa de una transformación profunda de la organización de la propiedad. No es posible que una función social exista sin disciplina moral. De otro modo, estaríamos ante apetitos individuales, que son naturalmente infinitos, insaciables y que si nada los rige, son incapaces de regirse por sí mismos. De allí precisamente proviene la crisis que sufren las sociedades europeas. La vida económica ha adquirido, desde hace dos siglos, un desarrollo que nunca había tenido; de función secundaria que era, despreciada, abandonada a las clases inferiores, ha pasado a primera fila. Ante ella vemos más y más retroceder las funciones militares, administrativas, religiosas. Sólo las funciones científicas están en situación de disputarle el cetro; más aún: la ciencia no tiene prestigio a los ojos de las sociedades actuales más que en la medida en que puede servir a la práctica, es decir, en gran parte a las profesiones económicas. Se ha podido hablar, no sin alguna razón, de sociedades que serían esencialmente industriales. Una forma de actividad que tienda a tomar tal lugar en el conjunto de la sociedad no puede estar liberada de toda reglamentación moral especial sin que resulte una verdadera anarquía. Las fuerzas que así se han desprendido ya no saben cuál es su desarrollo normal, porque ya nada les indica dónde deben detenerse. Chocan pues con movimientos discordantes, que buscan pasar los unos sobre los otros, reducirse, rechazarse mutuamente. Sin duda los más fuertes logran aplastar a los más débiles o, cuanto menos, ponerlos en estado de subordinación. Pero como esta subordinación es un estado de hecho que no consagra ninguna moral, sólo es aceptada a la fuerza, hasta que llegue el día de una revancha siempre esperada. Los tratados de paz que así se afirman son siempre provisorios: son treguas que no pacifican los espíritus. De ahí provienen esos conflictos sin cesar renovados entre los diferentes factores de la organización económica. Proponer esta competencia anárquica como un ideal que debemos mantener, y que incluso conviene realizar más completamente de lo que se realiza hoy en día, es confundir la enfermedad con la salud. Por otra parte, para salir de esto, no basta con modificar una vez por todas el asiento de la vida económica: porque, sea cual sea la manera en que la arreglemos, por nuevos agentes que se introduzcan, no dejará por ello de ser lo que es, no cambiará de naturaleza. Y por naturaleza no puede bastarse. El orden, la paz entre los hombres no puede resultar automáticamente de causas materiales, de un mecanismo ciego por sabio que sea. Es una obra moral.

 
Páginas 1  2  3  4  5  6  7  8  9  (10)  11  12 
 
 
Consiga Lecciones de sociología de Emile Durkheim en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Lecciones de sociología de Emile Durkheim   Lecciones de sociología
de Emile Durkheim

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com