Lisa Kudrinsky, una señora joven y muy cortejada, se ha
puesto de pronto tan enferma, que su marido se ha quedado en casa en vez de irse
a la oficina, y le ha telegrafiado a su madre.
He aquí cómo cuenta la señora Lisa la
historia de su enfermedad:
Después de pasar una semana en la quinta de mi
tía me fui a casa de mi prima Varia. Aunque su marido es un
déspota -¡yo le mataría!- hemos pasado unos días
deliciosos. La otra noche dimos una función de aficionados, en la que
tomé yo parte. Representamos Un escándalo en el gran mundo.
Frustalev estuvo muy bien. En un entreacto bebí un poco de
limón helado con coñac. Es una mezcla que sabe a
champagne. Al parecer no me sentó mal. Al día siguiente
hicimos una excursión a caballo. La mañana era un poco
húmeda y me resfrié. Hoy he venido a ver a mi pobre maridito y a
llevarme el traje de seda. No había hecho más que llegar, cuando
he sentido unos espasmos en el estómago y unos dolores... Creí que
me moría. Varia, ¡claro!, se ha asustado mucho; ha empezado a
tirarse de los pelos, ha mandado por el médico. ¡Han sido unos
momentos terribles!
Tal es el relato que la pobre enferma les hace a todos sus
visitantes.
Después de la visita del médico se duerme con el
sosegado sueño de los justos, y no se despierta en seis horas.