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Por Ariel Mazzeo
decabecera@elaleph.com


La Gran Aventura

Hay un momento en la vida en que uno patea la puerta de un taller literario (o de un sitio de Internet), dispuesto a encontrar la Gran Respuesta a la Gran Pregunta: “¿Cómo hago para aprender a escribir?”. Despojados a la fuerza de nuestra candidez y de nuestra soberbia, tardamos muy poco en comprender que no existe la Gran Respuesta, sino más bien una Gran Aventura. Una difícil, riesgosa y apasionante travesía, para la que es mejor ir preparado: necesitamos buenas herramientas, alimentos para el alma, algo de compañía para las noches cálidas; y, por qué no, guías avezados que nos muestren el camino. Mucho de todo eso encontramos en nuestras amadas lecturas.

Querido lector: en “De Cabecera”, la nueva sección de El Boletín, queremos mostrarte a los autores que nos están acompañando en este bendito caminar. Es, ni más ni menos, lo que llevamos en nuestra mochila. Ojalá que sirva para que los sumes a la tuya.

 


Marco Denevi

"Mi mayor ambición es que el acto de la lectura sea de disfrute, de goce para quienes me leen. En estos tiempos en que tanto dolor y humillaciones nos inferimos unos a otros, hacer feliz a alguien es tan hermoso... A mí no me importa más que eso."

Personajes vívidos, verosímiles, creíbles. Ingeniosas situaciones resueltas con una elegancia a menudo escalofriante. Lectura placentera y que atrapa. Y un estilo de brillante precisión. Todo eso se encuentra en la obra de Marco Denevi (Buenos Aires, 1922-1998). Claro, ustedes dirán que, más que un mérito, esas son las características que hacen a un buen narrador. De acuerdo. Pero no por eso nosotros, los lectores, debemos dejar de celebrarlo. Vaya entonces este breve artículo para recordar la obra de un notable escritor argentino.

La gloria del cuento

Como tantos otros, ubicado por la crítica y las editoriales un "escalón" por debajo del Olimpo de los Borges, los Bioy y los Cortázar, Marco Denevi es autor de una riquísima obra, sólida y deslumbrante, integrada por novelas, cuentos, guiones de televisión y obras de teatro que en su mayoría han permanecido ignoradas por el gran público
Lejos de cualquier devaneo vanguardista, de esos que suelen dejarnos sumidos en una sensación de incómoda extrañeza, su obra renueva el pacto entre autor y lector, los dos combustibles que alimentan a esa máquina de narrar que es la buena literatura. Él mismo lo dice en una entrevista que le hizo Mempo Giardinelli: "La gloria del cuento es remitir siempre a otra realidad en la que el cuentista ya es el lector. El cuento permite al lector menos avisado, si el cuento es un gran cuento, a partir de ahí comenzar a construir toda una constelación alrededor del cuento leído. El lector tiene una mayor posibilidad participativa". Gran verdad, don Marco. Gran verdad.

Todo depende del cristal con que se mire

Hay un planteo inquietante que recorre la obra de Denevi, y es el de la imposibilidad del conocimiento del otro, de uno mismo, del mundo. Esta imposibilidad, esta visión inevitablemente subjetiva de todas las cosas, ese filtro formado de experiencias y deseos personales a través del cual los personajes de Denevi "miran" las situaciones que protagonizan los arrastra algunas veces a la tragedia (como en su cuento "Michel") y otras a la salvación (como le pasa a la protagonista de "Redención de la mujer caníbal").
Esta idea aparece de nuevo en la estructura de Rosaura a las diez, su primera novela, premiada y llevada al cine, y considerada hoy una obra antológica de la narrativa argentina de la segunda mitad del siglo XX. En ella, un mismo suceso es narrado por distintos personajes: una inmigrante española en Buenos Aires, dueña de la modesta pensión en la que vive el protagonista, Camilo Canegato; David Réguel, vecino y presuntuoso estudiante de Derecho; el propio Camilo, un introvertido y algo oscuro restaurador de cuadros; doña Eufrasia, solterona maestra jubilada. Todas ellos ven los mismos actos, escuchan las mismas palabras, pero hacen interpretaciones de ellas totalmente disímiles. Finalmente, es una carta inconclusa la que aclara el misterio, para asombro de los lectores (y para alivio del inspector Baigorria).

Con mandíbulas de bull-dog

En todas sus obras, y en Rosaura… en particular, Denevi logra de manera envidiable dotar de verosimilitud a todos sus personajes, con el sencillo recurso de dejarlos hablar. Si quieren hacer la prueba, los invito a que lean la primera parte de la novela, el largo monólogo que es la declaración de doña Milagros. Cuando terminen, verán que se sienten capaces de describir a doña Milagros: cómo es su voz, como es su apariencia. Y todo eso sin que en el texto haya aparecido una sola descripción física de la matrona española. Lo mismo les va a suceder con cualquiera de los personajes de esta novela exquisita, y es muestra del enorme oficio de Denevi para darle a cada uno de sus personajes la única forma de expresión que los hace verosímiles.
Y es gracias al estilo sencillo pero efectivo que nos deslizamos por las páginas de su novela con delicioso abandono y, cuando nos queremos dar cuenta, la historia nos tiene atrapados con la fuerza de las mandíbulas de un bull-dog.
Es evidente que Denevi conoce la inasible fórmula: lectura ágil con mordida de bull-dog es igual a buena literatura.

De técnicas, estilos y formas

El universo de Denevi, donde confluyen el humor -a veces melancólico, siempre agudo-, el costumbrismo y la realidad leída con un guiño irónico, está fundado en un empleo certero y, por momentos, erudito del lenguaje. Tema y forma brillando con la misma potencia. "Si el texto es bueno, no existe disyunción: tema y forma son inseparables. Cada tema trae su forma y hasta su estilo".
A la hora de hablar de técnicas narrativas, Denevi dispara un terminante. "¿Técnicas narrativas? No, yo de técnicas no sé nada.". Pero, claro, creerle en esto a don Marco sería, cuanto menos, ingenuo. Cualquiera de sus cuentos lo desmiente de manera rotunda: véase si no el magistral manejo del punto de vista que, como cajas dentro de otras cajas, Denevi pone en juego en "Charlie" (Hierba del cielo, 1973). Encima, en este cuento demoledor -y como jugando sobre la delgada línea que separa ficción y realidad, otra característica que se ve en toda su obra- se da el lujo de mencionarse a sí mismo en boca de uno de los personajes.
En suma, queridos lectores, un autor que nos deja con el corazón golpeando fuerte y con la boca abierta de admiración. Léanlo y disfrútenlo. Después me cuentan si el talento de don Marco logra o no aquello de "hacer de la lectura un acto de disfrute".


 
  INDICE DE LA SECCIÓN
La Gran Aventura
Marco Denevi
   SECCIONES
¿Qué hay de nuevo, Viejo?
Buscando letras en la telaraña
Galaxia Cthulhu
Alto Vuelo
La Claqueta
Cómo escriben los que escriben
De Cabecera



 

 

 

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