Al ver sus caras de asombro, seguramente creían que me había
vuelto loco, expliqué mi juego. Les divirtió bastante porque rieron, coreando a
Álvarez como campeón.
Casi sin darnos cuenta se nos pasó el tiempo hasta la hora de
tomar una especie de "cena fría" que nos ofrecieron en el bar del barco a partir
de las ocho. Después, en el salón-baile del mismo bar, la orquesta nos dio la
bienvenida interpretando diferentes clases de
canciones.