Observaba divertido cómo el resto de mis compañeros, realizaba el
trabajo de acondicionar adecuadamente el pequeño territorio que a cada uno le
había correspondido. Tumbado sobre mi litera, hacía apuestas conmigo mismo quién
sería el primero en terminar. Me había tocado la cama de la parte superior, por
lo que mi situación de observador, era privilegiada. A vista
de pájaro, veía todo lo que pasaba en el camarote.
Esperaba el final de "la competición" aunque para no parecer que
los miraba de un modo desusado, tuve la precaución de tomar un libro que no
leía; pero que servía, muy bien, para no llamar la atención de los
"competidores".
-¡Álvarez campeón! -exclamé en voz alta, atrayendo la atención de
todos.