-Mi nombre es Frank -se dio a conocer el primero, al tiempo que me
tendía su mano nada más entrar en la pequeña estancia. Ante mi, un joven de unos
veintiún años, rubio, alto y de agradable aspecto. Su acento era chileno aunque,
por su apariencia física, parecía más bien, sajón. Luego supe que era alemán, lo
mismo que el siguiente en presentarse, que dijo ser su amigo. Era Hans y, al
contrario que Frank, dominaba el español con dificultad. Aparentaba unos
veinticuatro años. Su aspecto era cómico. Cabeza pequeña, rubio también, aunque
de pelo lacio y erizado. La parte superior de sus labios armada con unos cuantos
pelos queriendo formar bigote sin conseguirlo. Su cuerpo parecía hecho, con la
misma materia pilosa que su cabello.
-Yo soy Alberto, Alberto González -se presentó el tercero, un
mestizo corpulento, de aspecto franco y bondadoso. Iba a completar estudios en
Europa. Había venido a embarcarse a Valparaíso desde Sao Paulo para aprovechar
mejor su viaje. Su edad se debería acercar a los treinta.