-Pero...
-¡Vamos! La otra manga. ¡Malo!, ¡malo! No
parecía usted tan flaco. ¿Sabe usted cuánto pesa?
-No.
-El cuello es corto... ¡Dios mío! Esas venas;
¡mucho cuidado con la apoplejía!
-¿No acabaremos?
-Será preciso que usted se comprometa formalmente a
tomar una purga al principio de cada estación. Yo indicaré a usted
la botica en que debe comprarla.
-Puedo ponerme la levita?
-Espere usted un momento. ¿No hace usted ejercicio?
-Doy once vueltas a la Alameda por las tardes.
-Eso es poco. De hoy en adelante vivirá usted en el
campo tres meses cada año. Eso conviene para la buena ventilación
de las viviendas y para que se conserve en buen estado la escalera. Nosotros
siempre viajamos en otoño.
-Conque habíamos dicho que treinta y cinco pesos...