-¿Interrogarme?
-Decid al portero que cierre bien la puerta y que no deje
entrar a nadie. Caballero, tome usted asiento.
-Yo no quisiera molestar..., si está usted
ocupado...
-De ninguna manera, de ninguna manera; tome usted asiento.
-Puedo volver...
-De ningún modo. Es cuestión de brevísimos
momentos. (Mirándole.) La cara no es tan mala..., buenos ojos, voz bien
timbrada...
-Me había dicho el portero...
-¡Perdón! ¡Perdón! ¡Vamos por
partes! ¿Cómo se llama usted?
-Carlos Saldaña.
-¿De Saldaña?
-No, no señor, Saldaña a secas.
-¡Malo, malo! El de habría dado alguna
distinción al apellido. Si arrienda usted mi casa, es necesario que
agregue esa partícula a su nombre.