-¡Qué ocurrencias tiene Su Excelencia!
¿Acaso no se levanta usted también primeramente, va al
departamento ministerial, escribe allí y se acuesta después?
-Pero, ¿por qué no admitir un cambio de las
cosas? Primero, me acuesto y tengo diversos sueños, y luego, me
levanto...
-Hum... es verdad... Sin embargo, yo confieso que, cuando
prestaba servicio en el departamento ministerial, siempre pensaba así:
ahora es la mañana; luego, vendrá la tarde; después, me
servirán la cena, ¡y a la camita!
El recuerdo de la cena entristeció a los dos y
cortó la conversación apenas iniciada.
-He oído decir a un doctor que el hombre puede nutrirse,
durante largo tiempo, de sus propios jugos -empezó a decir de nuevo uno
de los generales.
-¿Cómo es eso?
-Así es. Al parecer, sus propios jugos producen otros
que, a su vez, originan unos nuevos, y así sucesivamente hasta que, al
fin, cesan por completo los jugos...
-¿Y entonces qué?
-Entonces hay que tomar algún alimento...