https://www.elaleph.com Vista previa del libro "El tesoro de Golconda" de A. J. Barrili (página 3) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Jueves 02 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  (3)  4  5  6  7  8  9  10  11 
 

-Y aun lo está -replicó Viadarma, encaramándose en la lanza de la carreta para dar una amable muestra de su presencia a los dos cebúes; -todavía nos quedan dos horas de camino.

La amable muestra no era un fustazo ni un pinchazo, como pudiera imaginarse. Viadarma acomodándose a la costumbre de su país, asía las colas de los pobres animales y las retorcía ligeramente entre los dedos. El cebú tiene una gran sensibilidad en este apéndice, y cuando se le gasta tan pesada broma es capaz hasta de salir al galope, como cualquier borriquillo al que se lo propinase una buena rociada de palos.

Mientras los dos cornúpetas aceleraban el paso de esta manera y por la razón dicha, aquel a quien Viadarma había saludado con el nombre de Sahib, miró el reloj. Eran las cuatro de la tarde.

-Llegaremos de día -dijo,- ¡menos mal!

El resto del camino lo recorrieron en silencio; en silencio los dos bípedos, naturalmente. En cuanto a los cuadrúpedos, galopaban por el camino haciendo chirriar la carreta y zarandeando las maletas juntamente con su dueño, que había sacado del bolsillo su álbum para tomar algunos apuntes, pero que se vio obligado a desistir y a tomar en lugar del álbum un número del Times para leer los anuncios.

El texto del periódico lo había leído ya, parte en el ferrocarril de Bombay al Sciolapur y parte en los dos primeros días de aquel gratísimo viaje hecho en compañía de Viadarma y de sus fogosos bueyes.

Secanderabad, adonde llegó poco antes de las seis, era el cantón del destacamento inglés encargado de proteger la persona del Nizam y vigilar al mismo tiempo al gobierno. Nuestro viajero pensaba pernoctar allí, pero ante todo le urgía ir al palacio del residente británico y obtener una carta de recomendación, no sólo necesaria para ser recibido por el Nizam y su ministro, sino para entrar en el distrito de Haiderabad, meta de su peregrinación mucho más caprichosa que científica.

Por lo cual, se detuvo en el bungalow lo preciso para elegir habitación y encargar su comida y se hizo conducir por el bégari Vidarma al palacio de la Residencia que distaba cosa de una milla. El paisaje era soberbio. La carreta recorría su camino ancho, elevado y recto, malecón seguido de un vasto lago artificial, el Husseim Sagar, cuyo espejo de un azul intenso entre el verde de los campos circundantes, contrastaba alegremente con el ciento de millas de llanura árida y misérrima recorrido por nuestro viajero.

 
Páginas 1  2  (3)  4  5  6  7  8  9  10  11 
 
 
Consiga El tesoro de Golconda de A. J. Barrili en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
El tesoro de Golconda de A. J. Barrili   El tesoro de Golconda
de A. J. Barrili

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com