https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Las veladas del Tropero" de Godofredo Daireaux (página 5) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Jueves 02 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  (5)  6  7  8  9 
 

Tuvo a la fuerza que descansar unos cuantos días, durante los cuales, más de una vez, pasó por su memoria la figura del buey corneta, enorme, renegrido, con su mirada fatídica. Y como, justamente, mientras se estaba acordando de él, le viniera el capataz a avisar que, desde dos días, faltaban del campo, sin que se les pudiera encontrar en ninguna parte, unos caballos ajenos que, desde mucho tiempo ya, se tenían para los trabajos más penosos, don Cirilo no pudo dejar de exclamar que ya, para él, sin duda alguna, el buey era algún mandado de Mandinga.

-De otro modo -dijo-, ¿cómo será que desde que anda por mi campo, sin que se sepa de dónde ha salido, no se puede carnear a gusto ni utilizar un ajeno?

Y entre sí resolvió que no pasarían muchos días sin que le viera el cuero al revés al maldito animal, y esto, a pesar de ser de su marca.

Mientras tanto, y como las malas mañas nunca se van así no más, en un abrir y cerrar de ojos, ya que se le compuso la mano lo bastante para poder trabajar, pensó en contraseñalar unas diez o doce ovejas ajenas que, desde días atrás, andaban mixturadas con su majada. Eran de una vecina, viuda, con bastantes hijos y comadre de don Cirilo: de una mujer que, si le hubiera pedido cualquier servicio, se lo hubiera prestado, no sólo con gusto, sino hasta sacrificándose, pero la tentación de apropiarse animales ajenos era para don Cirilo tan fuerte, que ni en este caso la resistió.

Y mientras trataba de modificar artísticamente la señal de la primera oveja que encontró a mano, se le resbaló el pie, no se sabe cómo; el animal sacudió la cabeza y don Cirilo se plantó la punta del cuchillito de señalar en la mano izquierda. Se levantó, echando pestes, y al aproximarse a la puerta del corral para ir a las casas a hacerse curar la herida, casi tuvo, para pasar, que hacer retirar al buey corneta, que, plácidamente, se rascaba la paleta contra un poste.

 
Páginas 1  2  3  4  (5)  6  7  8  9 
 
 
Consiga Las veladas del Tropero de Godofredo Daireaux en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Las veladas del Tropero de Godofredo Daireaux   Las veladas del Tropero
de Godofredo Daireaux

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com