Diríase que le ha sorprendido el
sueño dando el pecho al niño. La camisa está aún desabrochada y deja ver un cuello blanco y redondo y un seno henchido de leche. Representa de veinticuatro a veinticinco años, y el rostro de facciones regulares, seria bello a no estar tan pálido y demacrado.
Pero la visitante sólo mira al
niño. Al principio con ciertos propósitos de crítica, como
si se tratase de una mercancía que debiese comprar. También el pequeñuelo duerme. La cabeza pelona y relativamente grande, es al mismo tiempo delicada y fuerte. La mano, pequeña y gordezuela, descansa, abierta, sobre el pecho maternal, y la boquita parece mamar de cuando en cuando, como en sueños. Las mejillas son como dos pellas de masa. Es un angelito al que se sienten deseos de abrazar y acariciar sólo con verle. La mujer sonrie involuntariamente. Aquel niño que duerme tan tranquilo junto a su verdadera madre, debe pertenecerle. Está pobremente vestido, con prendas remendadas: es la ropa ya vieja, de la casa, y ni siquiera parece limpia. La mujer preferiría llevarse en el acto al chiquillo, le lavaría perfectamente y le pondría los lindos trapitos que ha cosido en estos últimos tiempos. Luego mira también a la madre, que duerme plácidamente, con su hijito apoyado en el hombro, y no sospecha que otra mujer quiere arrebatarle aquella criatura. Y por un instante, el corazón de la excelente mujer se subleva, lleno de compasión. ¿No es un pecado separarlos?
Pero inmediatamente echa mano de sus
argumentos de poco antes. Aquella muchacha debía abandonar a su hijo que de lo contrario constituiría para ella un padrón de ignominia durante toda su vida. Lo mimo que la encuadernadora, pasado el primer momento de dolor, consideraría una fortuna la muerte del niño. ¿Por qué, pues, no ha de querer cedérselo a ella, que será una buena madre, y no ha de enterrarlo en el fondo de su corazón como si hubiese muerto?
De repente los ojos cerrados se abren y las dos mujeres se contemplan unos instantes. Pero, al cabo de un momento, la visitante retrocede involuntariamente unos pasos y mira otra cama.