¡Rediel!... ¿Para cuándo eran las bofetadas?
Y lo peor fué que María,
aquella Marieta que un año antes le trataba a cachetes como traviesa y cariñosa hermana, aquella a la que nunca quiso comparar con su madre, temiendo que ésta resultase menos querida, lo miró fijamente en un relampagueo de odio y se puso en pie con el ademán de una señora bien segura de la sumisión de su siervo.
¿Qué buscaba allí? En la cocina tenía a la criada. ¿No podía estudiar tranquila un rato?
Nunca pudo recordar Nelet cómo
salió del salón. Debió de retroceder cabizbajo y vacilante,
como una bestia herida. Le zumbaban los oídos, su cara quemaba, y
pensando en aquel otro que se quedaba tranquilo y satisfecho junto al piano,
repetíase mentalmente: «¡Dios mío, qué
vergüenza!»
Estaba inmóvil en mitad del
corredor que conducía al salón, con el rostro en la pared, como si quisiera incrustarlo en ella, cegar para siempre, y aun así, todavía recibió el último latigazo, oyendo la vocecilla del de los lentes de oro.
-¡Moscón más pesado! Ese muchacho parece que me odie, que nos persiga como si sintiera celos.
-¡Qué idea! Es el hijo de mi nodriza: un infeliz, un bruto..., pero con buen corazón.
Y, tras breve pausa, sonaron, amortiguados
por los cortinajes, dos chasquidos leves y misteriosos, que los sintió Nelet como un par de puñaladas. Tal vez era el piano que crujía o la hoja del cuaderno que se doblaba; pero el pobre muchacho, después de un instintivo impulso de correr hacia el salón con los puños cerrados, huyó, dejando el capazo en la cocina como tarjeta de visita, y ya en la calle arreó su jaco, con los serones vacíos, que salió trotando camino de la barraca.
Por tercera vez le robaban su Marieta: ya era bastante.
Ahora sólo tendría
cariño para su madre; para aquellos terruños que apenas arañados correspondían a su caricia, cubriéndose con manto verde tercioplelo y regalándole el pan.
No volvió más a Valencia. Odiaba a la ciudad porque ella estaba allí.
Y como los fematers no pagan contribución directa, nadie se enteró de que en el gremio había una baja.
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