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Por las razones que acabamos de consignar, no nos parece en lo fundamental acertada la interpretación de Jean Whal (en un libro, por lo demás, hermoso, de fino análisis y de sugestiva exégesis, sobre este aspecto esencial de la filosofía de Hegel), que centra la conciencia infeliz en el ámbito de la conciencia religiosa, dando por supuesto que tal como se presenta dicha figura, en la Fenomenología, abre una perspectiva necesaria para asignarle esa proyección. Así, nos dice, subrayando un pasaje de la Filosofía de la Religión, de Hegel: "... Al mismo tiempo que, por su desgracia, la conciencia individual deviene universal, simultáneamente lo universal deviene sujeto, pasando por las tres etapas del reino del Padre, del reino del Hijo y el reino del Espíritu, es decir de la generalidad, de la particularización y de la unidad final en el sujeto que es el objeto. Pero la Fenomenología no debe ver las cosas desde este punto de vista noumenológico. Ella no puede más que hacernos entrever su posibilidad, su necesidad".

Desde el punto de vista metafísico, la conciencia infeliz expresa la relación del individuo con el mundo, y los conflictos, tensiones y desgarramientos que para la conciencia se originan de tal relación. Royce, en su interpretación de esta figura central de la Fenomenología del Espíritu escribe: "si la conciencia infeliz se da en una persona en una determinada fase, esa persona usará, por supuesto, la terminología de su fase. Pero considerada como una experiencia personal, la conciencia infeliz es una búsqueda de la tranquilidad, tranquilidad conquistada por la unión entre el individuo y su propio ideal, entre el yo inferior y el yo superior".

Lo frecuente, lo testimoniado por la historia es que, en esta figura, el Weltgeist hegeliano "se busca a sí mismo a través de algún tipo aislado de devoción religiosa... Lo divino que busca es sólo el alivio feliz de sus penas que persigue a través de sus devociones. En suma, su religión es una fantasía de su conciencia interior, aunque sus relaciones sociales con alguna iglesia real pueden dar un significado más profundo al proceso que sólo él (el Weltgeist) puede reconocer".

En resumen, la conciencia infeliz vislumbra su salvación, está a punto de alcanzarla para reposar en la confianza en sí misma, anhelada y buscada, pero sus dudas, sus propias ideas, su desazón interior le impiden acogerse a ella. Para poder aceptar su salvación necesita de un acto de voluntad, de una decisión, pero, siendo por definición conciencia infeliz, es incapaz de tal decisión, desde que ha transferido todo bien, toda seguridad a lo "inmutable", objeto de su búsqueda a través de la intrínseca desventura.

 
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