El movimiento dialéctico del
espíritu, a través de su recorrido, se realiza por oposiciones, las que deben ser levantadas. A la oposición la autoconciencia la lleva en sí, y merced a ella ésta tiene que ser otra cosa, y, a la vez, sí misma. Cada autoconciencia ha de realizar esta doble situación. En virtud de tal contraste implícito, la conciencia es impulsada a un devenir. El camino que ella recorre hay que entenderlo como un proceso de la formación y realización configuradora -"movi-miento de su configurar"-; serie de figuras que el alma atraviesa, recorre, así como estaciones que le son puestas por delante por la propia naturaleza productiva.
Tal como nos lo revela el trámite
metódico que sigue Hegel, el movimiento configurador productivo constituye el contenido peculiar y relevante de Phänomenologie des Geistes. Así, por un lado nos enfrentamos a un movimiento y desarrollo de la conciencia; por otro a un nexo ontológico objetivo, con el que viene a compenetrarse, de modo cada vez más íntimo e intensivo, el propio movimiento de la conciencia. Es precisamente por esta circunstancia que esta última cobra una significación substancial.
Como Hegel nos advierte, por el pensamiento
el objeto se mueve en conceptos, que para él tienen el valor de un ser en sí distinto, el cual, desde el punto de vista de la inmediatez no es, para la conciencia, un ser absolutamente distinto de la conciencia misma. Lo representado, lo figurado, lo que el ente (Seiende) es como tal, tiene una forma de ser que difiere de la conciencia. Empero, un concepto es, a la vez, un ente, constituyendo esta diferencia, en tanto reside en él mismo, su contenido, el cual, por ser al mismo tiempo concebido, adquiere conciencia inmediata de su unidad con este ente determinado y distinto. Tal concepto es para mí inmediatamente mi concepto, mientras que en la representación la conciencia tiene en particular que recordar que aquélla es su representación. "En el pensar yo soy libre, porque yo no soy en otro, sino que simplemente permanezco en mí mismo, y el objeto, que para mí es la esencia, es, en inescindible unidad, mi ser para mí, y mi movimiento en conceptos en un movimiento en mí mismo".
Estamos aquí frente a una figura de la autoconciencia, cuya determinabilidad la hace conciencia pensante en general y cuyo objeto es la unidad inmediata del ser en sí y del ser para sí.