Como consecuencia de esta operante
negación, el escepticismo nos hace patente el movimiento dialéctico que entrañan la certeza sensible, la percepción y el entendimiento. Este movimiento dialéctico, asido por el escepticismo, es un momento de la autoconciencia. Al efectivizar la libertad del pensamiento en el estar de la vida, el escepticismo se presenta como la contradicción sin resolver de la autoconciencia, la que, para negar aquella libertad, se hunde en la confusión.
En este momento de la conciencia escéptica, dialécticamente funcionalizado, tenemos prebosquejada la transición del escepticismo a la conciencia infeliz.