
Por
Matías Orta
laclaqueta@elaleph.com
Cinefilia junto al mar
Marzo,
2003.
Vos sabés: Mar del Plata no es la misma. Aunque la temporada veraniega
más exitosa en años llegó a su fin, una nueva clase
de turistas invade la ciudad. Pero no concurren a la playa, sino a las
salas de cine. Y sin parar. Incluso a un horario como las siete AM ya
se forman interminables colas con gente de todas las edades, esperando
sacar entradas para todo el día.
Te preguntarás qué está pasando. La explicación
es simple: desde el 6 hasta el 15 se llevó a cabo la edición
18 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Este año, los organizadores, encabezados por el director del festival
Miguel Pereyra, se propusieron darle más énfasis a la calidad
de las películas y no al aspecto más glamoroso propio de
la época de engendros como Carlos Saúl I y Maharbiz. Y no
está de más decir que, pese algunos inconvenientes con las
salas y problemas de organización, lograron el festival más
digno de los últimos tiempos.
Aunque el protagonismo se lo llevaban las películas en exhibición,
también se hicieron presentes estrellas locales y del extranjero.
La más importante fue Emily Watson, protagonista de Contra viento
y marea (Breaking the waves, 94), entre otras, vino a promocionar
su último film, Embriagado de amor (Punch drunk love),
dirigido por Paul Thomas Anderson. En la conferencia de prensa que brindó
en el hotel Provincial, algunos periodistas no estuvieron a la altura.
Por ejemplo, en determinado momento le preguntaron que opinaba de la postura
belicista de "su presidente, Bush", cuando la actriz es... inglesa.
Y ni hablar cuando alguien le preguntó como veía el rol
de la mujer en el nuevo milenio (¿?). Daba vergüenza ajena.
Hubieran visto a la pobre Emily tratando de disimular lo mejor que podía.
Pero una visita todavía más interesante fue la de Irvin
Kershner, el director de El imperio contraataca (The empire
strike back, 1980), quien vino los primeros días para dar un
seminario sobre docu drama. Fue uno de los seminarios y Work shops que
dieron distintos realizadores.
Como es costumbre, se llevaron a cabo dos homenajes. Uno al australiano
Nicholas Roeg, (responsable de Venecia Rojo Shocking) y otra al
brasileño Nelson Pereira Dos Santos, referente del Cinema Novo
allá por principios de los sesenta.
Además de las películas en competición, se ofrecían
distintas zonas temáticas: la "Sección oficial fuera
de concurso", "Punto de vista", "La mujer y el cine",
"América latina XXI", "Al aire libre", "Ventana
documental", "Raíces", "Lo que vendrá",
"Películas en progreso"...
Pero no nos engañemos: la novedad más interesante de este
año es la sección "Cerca de lo oscuro", que presenta
películas de género fantástico, terror, ciencia ficción,
y también thrillers y obras del palo en general.
Por desgracia, con esta sección vinieron las grandes decepciones
del festival.
Primero fue hace pocos meses, cuando se anunció una retrospectiva
de John Carpenter que terminó en la nebulosa. Una lástima.
Pero entonces se anunció la presencia de otros dos titanes de lo
macabro. Por un lado, George A. Romero. Sí, sí, el mismo
George A. Romero culpable de La noche de los muertos vivientes
(Night of the Living Dead, 68), sus dos secuelas y, entre otras maravillas,
Creepshow (82). El otro invitado no era para menos: Narciso Ibáñez
Serrador, veterano del cine y la tevé, siempre ligado al mundo
de lo siniestro.
Romero no se apareció por motivos desconocidos. Su película
Martin, el amante del terror (Martin, 78) fue anunciada en la programación,
pero a último momento también se vino abajo. La ausencia
de "Chicho" Ibáñez Serrador se debió a
algo más concreto: su padre, nada menos que Narciso Ibáñez
Menta (aplausos de pie), anda muy delicado de salud. Sin embargo, las
obras de "Chicho" sí pudieron verse: La residencia
(69), ¿Quién puede matar a un niño? (75) y
el mediometraje El televisor (74), que se proyecta por primera
vez en Latinoamérica y lo protagoniza Ibáñez Menta.
A continuación, las reseñas de algunas de las películas
cercanas de la oscuridad, y también de las que pertenecen a otras
secciones.
House
of the 1000 corpses (Rob Zombie, Estados Unidos, 88').
El
músico de heavy metal Rob Zombie (su nombre verdadero es Robert
Cummings) dirigió esta película en 1999 con un presupuesto
de siete millones de dólares. Pero cuando los ejecutivos de Universal
-que bancaba el proyecto- vieron el resultado final, decidieron archivarla.
Por fortuna, hace poco la productora independiente Lions Gate se hizo
cargo de la distribución.
Dos parejas salen en busca del lugar donde fue ejecutado el Doctor Satanás,
un sádico asesino famoso por experimentar con sus víctimas.
En el camino tienen un problema con el auto, y terminan en las garras
de una familia con costumbres algo particulares, como el asesinato, la
tortura y el canibalismo. Y las parejas no van a pasarla nada bien.
Al comienzo parece que la mano viene en tono de chiste (un presentador
anuncia que veremos "una historia muuuy tenebrosa, ja, ja, ja, jaaa!",
o algo así). Pero enseguida deviene en un perturbador homenaje
a la ya de por sí perturbadora El loco de la motosierra
(The Texas chainsaw massacre, 74), dirigida por Tobe Hooper. Es
más: Otis, el integrante más desagradable y enfermo de la
familia (y eso que hay varios), está interpretado por Bill Moseley.
Por si no lo recuerdan, Moseley era Choptop, el tipo que se sacaba pedazos
de carne de la cabeza para luego morfárselos en Masacre en el infierno
(The Texas chainsaw massacre 2, 86), también de Hooper.
Otra de las caras conocidas es Karen Black, actriz de culto que participó
en clásicos como Busco mi destino (Easy Ryder, Dennis
Hopper, 69) y Trilogía de terror (trilogy of terror,
Dan Curtis, 75), donde era perseguida por un horrible muñequito
de madera.
Rob Zombie también cita al asesino serial Ed Gein (cuya historia
inspiró El loco..., Psicosis y El silencio de
los inocentes) y a las películas de monstruos de la década
del cincuenta y las de clase B: en las paredes de la peculiar familia
de dementes cuelgan afiches de, por ejemplo, El monstruo de la laguna
negra.
Sangrienta, imaginativa, desenfrenada, políticamente incorrecta,
House... es imprescindible para todo fanático del gore y el splatter.
Ojalá se estrene comercialmente en estas pampas.
The
eye (Jian gui, Pang Brothers, Hong Kong/Tailandia, 98')
Una ciega recupera la vista gracias a una operación de córneas.
Pronto descubre que puede ver más allá que el resto de las
personas: esto es, ve fantasmas.
Historia de fantasmas a lo Sexto sentido (The sixth sense,
M. Night Shyamalan, 99) y Los otros (The others, Alejandro
Amenábar 2001). Muy original no es, pero entretiene, está
bien actuada, y el inquietante clima no da tregua al espectador (de hecho,
ganó el premio a la mejor fotografía en el festival de Sitges,
también conocido como Festival de Cine de Cataluña).
Los derechos de The eye fueron comprados por Tom Cruise. ¿Se viene
la remake hollywoodense? Teniendo en cuenta el éxito de La llamada
(The ring, Gore Verbinski, 2002), basada en otra película
de terror oriental, no sorprendería.
Policlínico
miserable (García Bogliano, Cuba, 14')
En
este cortometraje de la tierra de Fidel, una mujer indígena es
internada en un policlínico. El asunto es que la mujer carga con
una maldición que provoca espantosa muerte de quien tenga a su
lado. Un miembro de una secta intentará frenarla.
Tal como aclaró el guionista antes de la proyección, Policlínico...
es un homenaje a las sangrientas producciones italianas del estilo de
las de Lucio Fulci, como La casa cercana al cementerio (Quella
villa accanto al cimiterio, 81) y otras guarradas. Divertida, con
un montaje frenético, pero las actuaciones causan gracia cuando
no lo deberían. Igual está bien. No vienen mal, cada tanto,
un poco de sangre y tripas de mentira.
La
residencia (Narciso Ibáñez Serrador, España, 101')
Un
internado para señoritas es alterado por una serie de brutales
crímenes. Entre tanto, la rectora del internado mantiene una relación
incestuosa con su hijo, que, a su vez, parece andar en cosas algo extrañas.
Uno ve La residencia, con sus escenarios góticos y los sangrientos
asesinatos, y es imposible no pensar en las películas de la productora
inglesa Hammer, que a fines de los cincuenta y durante los sesenta reinventó
a legendarios monstruos de la pantalla, como Drácula y Frankenstein.
El tema central de la película es el sometimiento (ya sea físico
o sexual), algo parecido a lo que España vivía en aquella
época bajo la dictadura del general Franco. Quizá por este
motivo la ópera prima de "Chicho" Serrador tuvo más
éxito en el resto del mundo que en su país de origen.
¿Hace falta agregar que La residencia es imperdible?
Irreversible
(Irréversible, Gaspar Noé, Francia, 101')
Desde su presentación en el festival de Cannes,
dividió a público y críticos, y hasta provocó
desmayos (acá en MdP, una señora se descompuso en plena
función). Es la clase de película amada y odiada por igual,
pero que nunca pasará inadvertida.
Alex (Mónica Bellucci) es violada en un túnel. Su novio,
Marcus (Vincent Cassel) y su amigo Pierre (Albert Dupontel) salen en busca
del malnacido, al que se conoce como Tenia. Lo encuentran en un boliche
gay y no paran hasta matarlo.
No, no les arruiné el final. Es que, al estilo de Memento
(Christopher Nolan, 2001), Irreversible empieza por el final (Marcus
y Pierre saliendo del boliche luego de vengarse), sigue así secuencia
por secuencia, y termina por el principio (Marcus y Alex remoloneando
en el apartamento de la chica). En el medio pasamos por la escena más
célebre de la película, la que causó tanta ira y
asco: la violación de Alex en un plano entero, sin cortes y con
una duración aproximada de diez minutos. Lindo, ¿no?
El franco-argentino Gaspar Noé (hijo del artista plástico
Luis Felipe Noé) ya venía de hacer ruido con su ópera
prima, Solo contra todos (Seul contre tous, 98). Irreversible
lo consolidó como el director más controvertido dando vueltas
-según algunos, a la altura de Pasolini.
Vincent Cassel y Mónica Belucci (pareja en la vida real) trabajaron
juntos en Dobermann (Jan Kounen, 97) y en la increíble Pacto
de Lobos (Le pacte de lopus, Cristophe Gans, 2001). Por separado,
Cassel actuó en Los ríos de color púrpura
(Les rivières pourpres, Matthew Kassovitz, 2000), y a la
Belucci la vamos a ver prontito en las secuelas de Matrix.
Más allá de la polémica, Irreversible es esa
película que hay que ver. Después, que cada uno saque sus
conclusiones.
Spun
(Jonas Akerlund, Estados Unidos/Francia, 101')
El
sueco Jonas Akerlund es un cineasta con un estilo muy reconocible. Basta
con ver los videoclips que dirigió para artistas como Roxete, Metallica,
Robby Williams y Madonna. La mayoría de estos videos generaron
controversia y hasta fueron censurados. Es que Akerlund no tiene empacho
en mostrar la máxima sexo, droga y rock n´roll utilizando
un atractivo despliegue visual.
Spun es exactamente eso: un cocktail de personajes extravagantes,
excesos varios y no future. El amor y los sentimientos se asoman
entre tanta decadencia, para luego diluirse rápidamente. Imagínense
Trainspotting (Danny Boyle, 96), pero con la velocidad de un Fórmula
1.
Lo más destacado de la película es el elenco, que va desde
John Leguizamo y Brittany Murphy hasta Mickey Rourke (en un papel que
le viene como anillo al dedo, sin duda), pasando por Peter Stormare, el
secuestrador asesino de Fargo (Joel y Ethan Cohen, 96); todo esto
sin olvidar cameos de Rob Halfort, Debbie Harry, Ron Jeremy y Billy Corgan
(quien, además, se hizo cargo de la banda de sonido).
En los créditos podemos encontrar al argentino Fernando Sulichin
como uno de los productores. Sulichin se coló en la cinematografía
independiente yanqui tras colaborar en Malcolm X (Spike Lee, 92)
y en The addiction (95), largometraje de Abel Ferrara sobre vampirismo,
inédito en esta parte del mundo.
The
rules of atraction (Roger Avary, Estados Unidos, 110')
Luego
de la publicación de su tercera novela, American psycho,
Bret Easton Ellis se convirtió en el autor más odiado del
mundo occidental. Sus novelas y cuentos van sobre jóvenes blancos,
millonarios, depravados y sin rumbo. The rules... no es la excepción.
Basada en su segunda novela (publicada en castellano por Anagrama con
el título de Las leyes de la atracción), relata la
vida de un grupo de estudiantes universitarios, sus desencuentros, problemas
con dealers, intentos de suicidio y sexo salvaje. Al igual que en Spun,
el amor y los afectos parecen prohibidos, un verdadero tabú.
El personaje central es Sean Bateman, hermano de Patrick (el yuppie asesino
de American psycho) y entre los secundarios aparece Victor Ward,
protagonista de Gamorama, la más reciente novela de Ellis.
El director Roger Avary armó la película en diferentes episodios
que pueden llegar a conectarse entre sí. Nada raro, teniendo en
cuenta que Avary colaboró con Quentin Tarantino en Perros de
la calle (Reservoir dogs, 92) y Tiempos violentos (Pulp
fiction, 94).
El resultado en una divertida y por momentos oscura sátira de universitarios
estadounidenses, con actuaciones muy logradas y una más que impecable
banda de sonido ochentosa.
24
hour party people (Michael Winterbottom, Gran Bretaña, 117')
No
contiene ningún elemento oscuro, pero no iba a perder la oportunidad
de escribir sobre una de las mejores películas del festival, y
también del año.
En un estilo de documental, 24... es un homenaje a Manchester y
su movida musical, que abarca desde fines de los setenta hasta comenzados
los noventa. Así que nos encontramos con el debut de los Sex Pistols,
Joy División (imperdible la caracterización de Ian Curtis),
el surgimiento de La Hacienda, New Order, los reventados Happy Mondays,
el antecedente de las raves, el consumo de éxtasis...
Una verdadera joya, especialmente para los fanáticos de este movimiento
musical, uno de lo más influyentes de las últimas décadas.
Dato curioso: el productor discográfico Martin Hannett está
interpretado por Andy Serkis. Serkis es Gollum en la trilogía de
El señor de los anillos, de Peter Jackson. Sí, ya
sé que Golllum está hecho por CGI. Es que al actor lo vistieron
de azul y capturaron sus movimientos por computadora, para después
hacer la animación de la horrenda criaturita que vimos en la pantalla.
Otros
atractivos del festival fueron 800 balas, el esperado nuevo opus de Alex
de la Iglesia; Sangre eterna, del Jorge Olguín, y Los sin nombre,
de Jaume Balagueró, basada en la novela de Ramsey Campbell. Tampoco hay
que olvidarse de Attack of the killer hog, película bizarra que
se mostró en la sección "Películas en Proceso" (aunque, como dijeron sus
realizadores, ya estuviera terminada).
Las
cosas para el festival se complicaron sobre el cierre: se descubrió
que la película Valentín, de Alejandro Agresti, que
competía en la sección oficial, venía de participar
en Biarritz. (Según las normas de los festivales, una película
no puede concursar en más de uno). Valentín finalmente
no fue sacada de la competencia, y hasta ganó una mención,
pero el festival corre peligro de perder la categoría de "A".
En octubre se definirá su situación.
Más allá de este descuido por parte de los organizadores,
el balance es muy positivo. Esperemos que mantengan la calidad de las
obras y logren superar las dificultades, así el festival de La
Feliz termina de consolidarse definitivamente.
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