https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Victoria Accoramboni" de Stendhal | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Domingo 05 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas (1)  2  3  4  5  6  7 
 

Desgraciadamente para mí y para el lector, esto no es una novela, sino la traducción fiel de un relato muy grave escrito en Padua en 1585.

Hace unos años, estando en Mantua, me puse a buscar bocetos y cuadros pequeños como mi fortuna, pero tenían que ser de pintores anteriores al año 1600 ; por esta época acabó de morir la originalidad italiana, que la toma de Florencia en 1530 había puesto ya en gran peligro.

Un viejo patricio muy rico y muy avaro mandó a ofrecerme, en vez de cuadros, y muy caros, unos manuscritos antiguos amarilleados por el tiempo. Dije que quería hojearlos y el hombre accedió, diciendo que se fiaba de mi honradez para no recordar, si no compraba los manuscritos, las curiosas anécdotas que iba a leer.

Con esta condición, que me plugo, hojeé, con gran detrimento de mis olor, trescientos o cuatrocientos legajos en los que se recopilaron, hace dos o tres siglos, unos relatos de aventuras trágicas, carteles de desafío referentes a duelos, tratados de pacificación entre nobles vecinos, memorias sobre toda clase de temas, etc. El viejo propietario de estos manuscritos pedía por ellos un precio exorbitante. Al cabo de muchas negociaciones, compré muy caro el derecho de mandar copiar algunos relatos que me gustaban y que pintan las costumbres de Italia hacia el año 1500. Tengo de estas historias veintidós volúmenes en folio, y una de ellas es la que va a leer aquí el lector, si es que tiene paciencia para ello. Conozco la historia de Italia en el siglo XVI y creo que lo que sigue es absolutamente verídico. Me he esforzado por que en la traducción de ese antiguo estilo italiano, grave, directo, soberanamente oscuro y salpicado de alusiones a las cosas y a las ideas de que se ocupaba la gente bajo el reinado de Sixto V (en 1585),no hubiera reflejos de la bella literatura moderna y de las ideas de nuestro siglo sin prejuicios.

El desconocido autor del manuscrito es persona circunspecta, no juzga nunca un hecho, no lo aliña nunca: se limita a contarlo tal como es; si alguna vez, sin proponérselo, resulta pintoresco, es que, en 1585, la vanidad no adornaba todos los actos de los hombres con una aureola de afectación; entonces se pensaba que sólo con la mayor claridad posible se podía interesar al vecino. En 1585, nadie ,r. proponía entretener mediante la palabra, a no ser los bufones mantenidos en las cortes o los poetas. No se había llegado aún a decir: «Moriré a los pies de vuestra majestad», cuando el que lo decía acababa de mandar a buscar caballos para huir; no se había inventado esta clase de traición. Se hablaba poco y todos ponían muchísima atención en lo que les decían.

Así pues, benévolo lector, no busques aquí un estilo brillante, vivaz, esmaltado de sutiles alusiones a las maneras de sentir que están de moda; no esperes las emociones arrebatadoras de George Sand ; esta grave escritora habría hecho una obra maestra con la vida y las desventuras de Victoria Accoramboni. En el relato sincero que te ofrezco no puedes encontrar otros valores que los más modestos de la historia. Cuando a alguien, corriendo solo la posta al caer la noche, se le ocurra por casualidad pensar en el gran arte de conocer el corazón humano, podrá tomar como base de sus juicios li circunstancias de la presente historia. El autor lo dice todo, lo explica todo, no deja nada que hacer a la imaginación del lector; escribía a los doce días de morir la heroína.

Victoria Accoramboni nació, de una familia muy noble, en una pequeña población del ducado de Urbino llamada Agobio. Desde muy niña llamó la atención a todo el mundo por su rara y extraordinaria belleza, pero esta belleza fue el menor de sus encantos; no le faltaba nada de lo que se puede admirar en una doncella de ilustre cuna; pero, entre tantas cualidades extraordinarias, ninguna tan relevante, y hasta puede decirse can prodigiosa, como cierta gracia seductora que desde el primer momento conquistaba el corazón y la voluntad de todos. Y su naturalidad, que daba autoridad a sus simples palabras, no permitía la menor sospecha de artificio; aquella dama dotada de tan sin par belleza inspiraba confianza desde el primer momento. Si sólo fuera verla, se podría, a duras penas, resistir a su seducción; pero el que la oyera hablar, y sobre todo si llegaba a tener alguna conversación con ella, no podía en modo alguno librarse de tan extraordinario encanto.

Muchos jóvenes caballeros de la ciudad de Roma, donde vivía su padre y donde vemos su palacio en la plaza de los Ruscicuci, cerca de San Pedro, pretendieron su mano. Hubo muchos celos y no pocas rivalidades; pero al fin los padres de Victoria prefirieron a Félix Peretti, sobrino del cardenal Moncalto, que fue después Sixto V, reinante hoy por ventura.

Félix, hijo de Camila Peretti, hermana del cardenal, se llamó antes Francisco Mignucci ; tomó el nombre de Félix Peretti cuando fue solemnemente adoptado por su tío.

Al entrar Victoria en la casa Perecci, aportó a ella, sin proponérselo, esa preeminencia que se puede llamar fatal y que la acompañaba por doquier; de suerte que podemos decir que sólo viéndola era posible no adorarla. El amor que su marido le tenía rayaba en verdadera locura; su suegra, Camila, y el propio cardenal Montalto parecían no tener en el mundo otra ocupación que la de adivinar los gustos de Victoria para procurar satisfacerlos inmediatamente. Toda Roma admiró cómo ese cardenal, conocido por la exigüidad de su fortuna tanto como por su repulsión por toda clase de lujo, se complacía en adelantarse siempre a todos los deseos de Victoria. Joven, resplandeciente de belleza, adorada por todo el mundo, no dejaba de tener algunos caprichos muy costosos. Victoria recibía de su nueva familia regalos de altísimo valor, perlas y, en fin, todo lo más raro y valioso que ofrecían los orfebres de Roma, muy bien surtidos por entonces.

Por amor a esta seductora sobrina, el cardenal Montalto, can conocido por su severidad, trató a los hermanos de Victoria como si fueran sus propios sobrinos; por intervención suya, el duque de Urbino hizo duque y el papa Gregorio hizo obispo de Fossombrone a Octaviu Accoramboni, cuando éste tenía apenas treinta años; Marcelo Accoramboni, mozo muy bravo y fogoso, acusado de varios crímenes y encarnizadamente perseguido por la corte, había escapado a duras penas de unas diligencias judiciales que podían costarle la condena a muerte; honrado con la proyección del cardenal, pudo recobrar cierta tranquilidad, y un tercer hermano de Victoria, julio Accoramboni, fue elevado por el cardenal Alejandro Sforza a los primeros honores de su corte can pronto como el cardenal Montalto se lo pidió.

En fin, si los hombres supieran medir su felicidad, no por la insaciabilidad infinita de sus deseos, sino por el goce efectivo de los bienes que ya poseen, la boda de Victoria con el sobrino del cardenal Montalto habría podido parecer a los Accotamboni el colmo de las venturas humanas. Pero el deseo insensato de ventajas inmensa e inseguras puede llevar a ideas extrañas, llenas de peligros, a los hombres más colmados de los favores de la fortuna.

Bien es verdad que si, como muchos sospecharon, algún pariente de Victoria contribuyó, por el deseo de una mayor fortuna, a librarla de su marido, poco después hubo ocasión de reconocer cuánto más cuerdo hubiera sido contentarse con las ventajas moderadas de una situación agradable y que no habría tardado en llegar al pináculo de todo la que la ambición de los hombres puede desear.

 
Páginas (1)  2  3  4  5  6  7 
 
 
Consiga Victoria Accoramboni de Stendhal en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Victoria Accoramboni de  Stendhal   Victoria Accoramboni
de Stendhal

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com